Vivimos en medio de una «crisis del petróleo». ¿Qué es eso, que el hidrocarburo se siente solo en el mundo, incomprendido? El término crisis lleva tantÃsimo tiempo siendo devaluado que la gente ya no nos lo tomamos en serio, «EconomÃa en crisis», «Crisis laboral», «Alvarito ♥ Cristina»… De pequeño me dijeron, imagino que como a vosotros, que en el futuro, ojo, «en el futuro», las guerras serÃan enfrentamientos por el agua y en los que combatirÃan robots. Yo me lo imaginaba de una forma bastante cómica, ciertamente: un rebaño de tostadoras enormes bordeando las lindes de un lago sucio con un carrito de la compra volcado semienterrado en el lodo, goteando.
Parece ser que ese momento no ha llegado aún pues los peones del tablero siguen siendo soldados armados y le disparan por unos millones de litros de crudo al que envuelven en la prensa con papel de regalo. Lo tÃpico, que si libertad, que si democracia y que si nadie piensa en los niños. No me jodas, de repente esta gente es mala, hace 30 años no, ahora sÃ. Gana Twitter y pierde Repsol, ninguno de ellos querÃan participar.
El asunto de los combustibles es bastante serio. No, no lo digo por la chuminada de los 110Km/h, no lo digo por el aumento de coches hÃbridos y motos eléctricas (en Texas son de madera, están en un patio y no tienen manillar, dijo James Dean en Gigante que petróleo sà tenÃan, manillar no). Antes de seguir, una reflexión, la gente piensa que la transformación de cualquier tipo de energÃa en electricidad es un chasquido de dedos, cuando el proceso en sà contamina más que muchas flotas de vehÃculos juntas, pero bueno. Lo digo por las vitrocerámicas. Son extraordinarias. ¿Por qué son tan raras de ver en otras partes del mundo? Parece ser que la energÃa (gas) es más barata en otros paÃses, como Estados Unidos donde el carburante (aunque se quejen y lloren) tiene un precio ridÃculo, de manera que cuando realizan una reforma, levanta una de esas casas de madera de chopo que flotan en los rÃos y luego se sorprenden van y ponen una cocina de gas. Inconcebible para mÃ. Estuve viendo el programa estadounidense de Neox donde un mazas de dientes blanquÃsimos y camisas horteras presenta a un equipo de construcción que reconstruye una casita de 500m2 de planta a una familia maltrecha. Me partÃa el culo, «¿Ves esta cocina?, ¿ves esta cocina tan grande?, pues es tuya, Claire, toda tuya, podrás hacer unos riquÃsimos estofados de buey aquÃ. Ha colaborado la empresa GinGenGunten donándonos lo último en cocinas, ¿lo ves?», dice el salao del presentador señalando una cocina con 8 fuegos. A ver quién los limpia.
El miedo al fuego es un rasgo común a todos los seres vivos, fauna y flora. El fuego nos mata. Que lo último en cocinas sea tan peligroso, a estas alturas del cuento, me hace replantearme si con un microondas no voy más que servido, porque eso no es asÃ.
Me quejo, es una tonterÃa, pero es mi tonterÃa y moriré quejándome de ello porque me parece denunciable que un campingas con esteroides y anabolizantes sea una tónica común fuera de España (o fuera de Europa). Una vitrocerámica se limpia mejor, no tiene una bombona con gas debajo esperando que se cruce una chispa y explote dando por culo a cientos de metros a la redonda. Es que no, por ahà no paso. Vitrocerámica con inducción, no me pongo plasta con las marcas como hice con la nevera, me la suda, si el gas es barato la electricidad también. Ponme moqueta en el baño si es lo que te gusta, coloca papel pintado con motivos florales marrones en los pasillos, intenta convencerme de que se puede hacer de todo con mantequilla y pimienta, pero hijo de puta, por lo que más quieras, ni se te ocurra venderme la moto de que para un uso doméstico es preferible una cocina de gas a una bonita, fácil de mantener, rápida y limpia vitrocerámica.
Visto en: Rabietas al dente.
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