Llevo un par de dÃas pensando seriamente cómo decorarÃa mi propia casa ,ya sea el apartamento dublinés, una gasolinera o la mansión en East Hamptons, aunque siempre pienso que me encontrarÃa más cómodo en algo pequeño, por si hay que aspirar el suelo y tal. Bueno, y por la pasta.
Sea como y donde sea sigo siendo una criatura caprichosa, bonita criatura del señor, pero caprichosa. Un salón grande, una tele enchufada a la Play y a un ordenador que haga de centro multimedia, un sofá y una mesita no demasiado cara para poder poner los pies encima sin remordimientos. A parte de eso, sin tétricas cabezas de animales en las paredes ni lámparas del MoMA, una chimenea y una barra con dos taburetes de bar y grifo de cerveza.
Una fina alfombra marrón, de tacto suave, frente al fuego de la chimenea que no encenderÃa casi nunca y la barra donde guardarÃa licores exóticos para mis exquisitas visitas femeninas sin tener que imitar a Tom Cruise en Cocktail, a lo Glenn Quagmire pero intentando no llegar a ese nivel de horterismo. Ah, y ventanas enormes.
Luego llegará Natalie y no le gustará la idea, asà que el sueño se quedará en vaporware onÃrico.
Visto en: Se verá.
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