Jucika siempre tuvo problemas con su capacidad de atención, una gran faena el distraerse con facilidad. Llevaba sus estudios a remolque, le costaba estar al dÃa con todo lo de la facultad y tendÃa a dejarse olvidadas las gafas por los rincones. Llevaba un año en Praga, tiempo suficiente para conocer su recorrido con pocos desvÃos, no como para haber enraizado con fuerza.
Como todas las mañanas cruzaba el puente de Carlos con su bicicleta de paseo dirección a su casa en la calle Jalovcová sorteando turistas y músicos, el ritmo permitÃa disfrutar de la brisa del rÃo Moldava y fijarse en los caminantes, fijarse en sus caras era una mala costumbre heredada de un ineficaz sistema que le impedÃa concentrarse en el trayecto. Los imaginaba hablando dentro de su cabeza, «Mira ese calvorota, ja, seguro que va pensando «ya es primera pero tengo la cabeza frÃa»… uy, y aquella señora… qué abrigo «Â¿muchacha te rÃes de mis visones?», ja, pues sÃ. Ey, ¿y aquél?, vaya, sà que tiene una cara guap- ¡OH!» Jucika se frotó los ojos y miró al rededor, se habÃa formado un corrillo de gente que miraba con desaprobación.
-Niña, ¿por qué no ves por dónde vas? ¡Esa mujer ha caÃdo al rÃo!
–¿Qué? -Preguntó con incredulidad la joven accidentada.
–¡La mujer! ¡La has arrollado con la bici y ha caÃdo al agua!
–Ups. -Dijo ella asomándose al borde del puente mientras se acercaba una pareja de policÃa.
–¿La bici es tuya? ¿Has sido tú la del golpe?
–SÃ… ¡Pero ha sido un accidente! No la vi, eh… luego yo estaba en el suelo y no me enteré de más.
–Ahora vendrán a por ella, aunque por la caÃda y la temperatura del agua no sé cómo terminará. Ven con nosotros.
-¿Cómo? ¿Yo?
-Puedes acompañarnos y prestar declaración, o esperar a que te detengamos por esto y que te toque venir forzada.
-Ya… Visto asÃ…
-Vamos, ayuda a recoger la bici y súbela al coche. -Indicó a su compañero el policÃa con aspecto más mayor.
Jucika levantó la cabeza pero de entre toda la gente que se habÃa quedado a mirar el espectáculo no estaba aquél chico que la distrajo.
Montaron en un coche patrulla y la chica comenzó a temblar, «Vaya la que has liado, una estúpida vieja al agua y ahora camino a una comisarÃa, por favor…».
–Ey, chica.- Preguntó el mismo policÃa al ver por el retrovisor la cara de preocupación de Jucika.- ¿Cómo te llamas?
–Jucika, Jucika Kulcsár.
–Vale, antes de todo, tranquila, Jucika. Dime, ¿llevas mucho aquÃ?
-No, bueno… un año o asÃ.
-¿No tienes antecedentes?
-¡No!, no, ¡que va! No es que sea la más responsable, pero este es el primer lÃo en el que me meto desde que llegué.
-Bueno, tranquila. No te pasará nada. Te harán unas preguntas, tú las respondes con lo que recuerdes y seguramente te suelten en unas horas.
-Uhm. -Dijo Jucika sin parecer muy convencida.
6 respuestas a «Un cuento por San ValentÃn»
Feliz Samba-lentÃn a todos!
Bonita historia, esperamos la siguiente, como siempre.
Me ha gustado. Casi me he metido un rato en Praga y todo
Ohhhhh… qué bonitoooo!!! Esto sà es una historia feliz. Me encanta que hayas elegido Praga, en serio. Y ¿tanto habÃas pensado? Me has dejado asombrada. Y los nombres? Y el diálogo? Me encanta, en serio, sobre todo lo de las marionetas ;)
En la pelicula… ¿quién harÃa de protagonistas?
Feliz DÃa para ti!!
Bonita historia =) Me gusta lo circular que ha sido, y sobretodo que salgan las cosas bien. Se me sale la sonrisilla con los finales felices.
Y a San ValentÃn, que le den (con cariño).
Me ha encantado tu relato, escribes muy bien. Los mios no son tan buenos como el tuyo, en fin…es lo que tiene ser de ciencias.
Yo tampoco tengo pareja, y bueno, la verdad es que a mà el dÃa de San ValentÃn me la sopla. Mejor sola que mal acompañada.
La moraleja bonita y esperanzadora de tu relato es que siempre se puede encontrar a alguien donde menos te lo esperas…bueno, a ver si es verdad jajajajaja.
Besos gecko!!
grande geko!!