Desayunar en el curro tiene cosas buenas, como que lees el Marca por la jeta, y cosas malas, como que te joden 1.20€ por un café con leche haciéndote descuento por trabajar en ese centro comercial.
Y lo bueno que tiene gorronear el periódico de prensa deportiva líder del sector, que no se cansarán en decirlo y al final será verdad y todo, es que te enteras de cosas como esta: "No me he dopado, es una nueva provocación". Y pienso… oh, oh, oh… en el mundo… ahí fuera…. ¿aún existe el Tour?
Sí, eso me he preguntado. ¿A quién cojones le importa un pseudo deporte como el ciclismo? y peor, ¿quién diablos se sorprende porque echen a un grupo de junkies alegando que su afición favorita es chutarse sangre del vecino? Todos los años igual.
Todos los veranos la misma cantinela, pero cada vez a más peor. La televisión que me toca pagar me ofrece un bonito encuadre del trasero de un hombre mientras se masturba con un sillín y su segunda piel de nylon. Y ojo, que perfectamente puede ser de archivo, porque ese culo me suena. Para bien de TVE (que no tiene que pensarse la programación) y mal del pobre telespectador, la etapa -para los no iniciados: carrera- dura entre 3 y 5 horas para ver los mismos paisajes que en años anteriores, pero con una magistral habilidad técnica de los cámaras para que te fijes sólo en los muchachotes que visten de colores chillones, un hombre ya maduro, de cierta edad apoyado en un manillar olisqueando el nano al competidor de enfrente.
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Qué grande y sano es el deporte.
Desgraciadamente, el noble ejercicio de coger una bici para acercarte a cualquier sitio cercano desvaría durante toda la temporada estival. Hasta un punto infumable: La canción de la Vuelta.
Ese invento (made in mi odiada TVE) cuya misión es destacar a un vagabundo de pueblo e intentar que triunfe en la música (como Factor X pero sin cinturón, ni seguridad importante).
Y la de este año, al menos el anuncio, es bastante cutre: Finaliza con un jovenzuelo que dice "quiero ser ciclista". Recogiendo testimonios -una expresión que me encanta- de ciclistas y deportistas españoles, ¡menos Induráin! Y si sale, no he sido capaz de reconocerlo -lo que echaría por tierra gran parte de mi crítica-.
Finalizando, recuerdo a los afortunados desconocedores de semejante mafia escudada en el deporte de élite (y con razón, es donde se junta la élite de los laboratorios, de las drogas, de los maletines…) que la Vuelta a España es la menos importante, más simplona y peor considerada prueba ciclista de las tres. Pero año tras año intentan que se parezca más a las otras dos. Es lo que tiene la tele de los gobiernos, que falla en todo.
Visto en: El ciclismo es de mariquitas, chincha rabiña.
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