Sin duda hay nombres de lugares que nada más verlos dices, «Puaj, vivir aquà debe ser lo peor», ejemplos claros en nuestra piel de toro hay varios, a sà de un primer relampagazo neuronal me vienen a la cabeza Guarromán y Venta de Baños. Más ejemplo, todos los que comienzan con «Cabezón de», o tienen nombre de animal, Pozal de Gallinas, o directamente de mierda, Pozaldez (antaño, Pozal de hez). Es asÃ, son nombres que tienen menos glamour que la mezcla de pus y sangre que habita dentro de los granos. En el otro lado de la balanza tenemos pueblos y ciudades con un nombres que al enterarte dices, «Coño, tiene que ser un sitio la mar de molón, ¿que no?» a lo que una voz cercana inquirirá una machacante coletilla, «¿Sà o qué?», y ese tipo serÃa yo. Son nombres como «Valdearquilla de Arriba», que acabo de inventarme, no sé, fijo que los más ancianos del lugar te cuentan cómo después de la guerra, con todo el hambre que habÃa, una riada de mil pares se llevó la iglesia de Valdearquilla de Abajo y estos pudieron salvarse por poco o algo asÃ. Ahora a Valdearquilla de Arriba se la conoce sólo como Valdearquilla y en la década de los 70 comenzó su próspero renacimiento porque se asentó una famosa empresa que fabrica galletas de chocolate. Entrañable, ¿que no?
Aliso Viejo, California
Hace unos dÃas andaba buscando información sobre un framework para Oracle y la empresa que lo desarollaba (cosas aburridas, ya podéis haceros una idea si digo que curioseaba sobre la empresa más que sobre el producto) cuando encontré mi propia Valdearquilla. Es un pueblecito del famoso Orange County surestadounidense llamado Aliso Viejo. Fijaos en el nombre, que es lo que me cautivó. Aliso Viejo. Tiene ese aroma a historia tan cálido y acogedor, bueno, al menos para mà que «Viejo» es viejo y no viehou. Me parece hasta cercano, supongo que gracias a que el Sur del paÃs fuese colonizado por españoles de hace 250 años. Suena a calma y tranquilidad. Y eso que nadie tiene ni puta idea de qué cojones significa «Aliso».
Aliso Viejo es un pequeño pueblo cerca de la costa del PacÃfico, de la siempre soñada California, a 700km de San Francisco y pegando con Escondido, el camino que tomaron Clapton y Cale. Calles amplias, palmeras, habitantes amables y abiertos. Mezcolanza continua de gente nueva que llega por trabajo, al abrigo de las nuevas tecnologÃas, y parejas que ven cómo sus hijos terminan acudiendo a Berkeley, UCLA, Stanford… o nada que ver, son actores, polÃticos, pescadores, taberneros que importan cerveza de Europa. Historias que se entrecruzan, jóvenes que se enamoran, vecinos que preparan una barbacoa a medias, señoras que se gritan y perros que ladran en la mañana. Inviernos a 20 grados, Papa Noeles en patines. A todo esto me huele Aliso Viejo, ¿a ti no? Me imagino vivir allÃ, pasando mi vejez, fuera de barullos y ajetreos, viendo anocheceres en una playa acogedora sin chavales de botellón, recorriendo bulevares en un coche clásico americano que compré antaño y restauré, un Gran Torino color cerúleo mismamente, mientras suena el piano de Jamie Cullum interpretando el triste tema del final de Gran Torino mismamente, dando vueltas de paseo mientras me habla mi mujer con pamela y lazo y gafas y yo hago como que la escucho aunque realmente sólo piense en lo afortunado que soy. Desapareciendo en el horizonte como en aquella escena de Gran Torino, mismamente. It beats a lonely rhythm… all night long.
Visto en: Quest Software.
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