Por costumbre los chicos, cuando dejamos de ser niños y pasamos a ser mal llamados hombres, somos unos amplios conocedores de la mecánica de cualquier coche. Porque nos gustan los coches. Vale, pues no, generalmente no tenemos ni zorra. Pero bueno, ya pagamos a un tÃo para que sepa, ¿no? El mecánico, digo. Con su mono azul, sus manchas de grasa, su trapito sucio al hombro, esas botas de la cerésima Guerra Mundial, aquél vetusto poster de la playmate del año de la pana, esa sonrisa que dice «SÃ, yo empecé en esto con un Escarabajo» y unos ojos que dicen «SÃ, voy a cobrarte lo que me apetezca, y me apetece cobrarte mucho». Asistes impotente, escuchando cómo cuenta que no es lo que parece, que aquella cosa que se mueve por debajo, que hace años tu abuelo te mostró y que por lo visto llevan muchos camiones IVECO, aquella otro cosita diminuta que ni es depósito, ni radiador, ni junta de culata, ni cigüeñal, ni pistón, eso que ahora sólo lo llevan los vehÃculos asiáticos. No sé, aquello, señala, «La máquina dice que es esa pieza».
¿Eso hace que una ventanilla trasera suene de vez en cuando? No. Pero la máquina decÃa que aquella historia que ni él, ni tú conocÃas estaba «mal». Conectas un aparato, esperas un rato, te salen unas luces, «Autodiagnosticator 2000″ murmuras en tu cabeza. «Si quieres te la cambio». Comenta el colega, con pinta de cani, de scooter robada con caracteres chinos para que corra más, no tiene ni idea de qué narices pasa, no le preocupa si quiera cómo se soluciona, el ruido da igual, la máquina dice, la máquina dice, dice la máquina que es lo otro. Sea lo que sea, le pase lo que le pase. «El coche funciona bien», piensas, «Eso te va a dar problemas». «Eso», dice, no le interesa ni leerlo.
Te vas, indignado. Agradecido por los servicios recibidos. Servicios, como los baños. Te cagas en su estampa.
Ahora, lo entiendes, si para cambiar una bombilla tienes que soltar todo el morro del coche, si cada marca («casa» en su argot) tiene componentes muy diferenciados entre sÃ, normal que no entiendan. Y una mierda, recapacitas, un vehÃculo lleva su motor, que por mucho que cambien, si es de explosión es idéntico a los de hace décadas. Cambiar una pieza, porque lo dice la máquina, «la máquina». Hay gente, esto es cierto, que cuando sufren un fallo en una pieza del ordenador o llaman a su primo que «sabe algo de informática» o van a la tienda y lo comentan. La diferencia es que si el de la tienda te cambia la fuente de alimentación es un dependiente de BEEP (si existe aún), pero si un mocoso o un mocoso de 35 años quiere cambiarte «eso» porque lo ha decidido una computadora mágica, es un mecánico.
Un mecánico.
Ay, que me parto.
Visto en: Talleres.
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