Corren malos tiempos para los sustantivos que no atienden a género.
A lo largo del verano he visto un par de veces Gladiadores Siglo XXI (los de Cuatroº tuvieron la mala idea de cambiar el nombre por uno más molón), y la verdad es que no entendÃa ciertas cosas, una de ellas era por qué ahora el concurso es tan malo, es decir, tenÃa mejor recuerdo de él, tal vez sea porque ahora lo veo con otra perspectiva, otra, por qué los comentaristas eran tan malos (supuse que para ir acorde al programa) y finalmente, por qué esos comentaristas tendÃan a inventarse palabras. Una cosa es hablar del Chino Cudeiro (que ya estaba en el show original) y otra referirse a las féminas, ejem, chicas participantes como «concursantas».
Está claro que nos cocinan la mente en la sartén del buenrollismo (cuando y con quien les conviene) y la paridad (Ãdem). Fue famoso el caso de la ministra (mamá, yo quiero ser ministro) que se sacó del miembro su miembra y hasta intentó que los de la RAE la aceptasen, de no hacerlo perderÃan sus mismos miembros, creo.
Pero bueno, en un paÃs como este, y sÃ, vale, y en tantos otros, eso se perdona, se rÃe la gracia, se lleva a portada en Menéame y nadie se acuerda hasta la siguiente legislatura, pero a mà me parece una jodida vergüenza.
Empezaré a explicarme.
En el riquÃsimo idioma castellano hay sustantivos, que, como en el paupérrimo inglés, sirven tanto a él como a ella, incluso a ello. Buscar ejemplos es fácil: Oficios: PolicÃa no da detalles sobre si es madero o madera (curiosamente en inglés sÃ: policeman, aunque pretendan cambiarlo pronto), albañil, flautista, músico, viajante, deportista, atleta, también concursante… Insultos: Gilipollas, idiota, imbécil, lameculos, subnormal, tocahuevos, polÃtico, etc.
Es curioso lo que sucede con los insultos. Seguramente hayáis oÃdo alguna vez que tal futbolista de tal paÃs surafricano no habla español pero bien que llama hijoputa al árbitro. Es sencillo, pasa en todos los idiomas, lo extraño serÃa lo contrario. Por ejemplo, ¿qué entiendes antes, asshole o bricklayer? El deportista tiene más necesidad de insultar a un juez de lÃnea a lo largo de su carrera deportiva que, seguramente, de llamar a un albañil. Puede estar mejor o peor visto pero es asÃ. Fin de ésta curiosidad.
Lo que me reventaba a la hora de escribir este post (y ahora mismo, cuando se publique, también) es que en televisión nadie controla que se hable bien. Y es un error gravÃsimo.
Siempre recuerdo que de la televisión irlandesa me quedaba siempre con la BBC, porque era lo que mejor se entendÃa y porque sus programas entretenÃan. Supongo que tendrÃa un mayor nivel lingüÃstico la charla de turno sobre la (más o menos) desmantelación del IRA (que vivà in situ), pero me aburrÃa sobremanera. Solución, como ya he dicho, el perfectamente entendible inglés de la BBC y un atrayente documental sobre el coche de Chitty Chitty Bang Bang. Me tuvo dos horas pegado a la tele.
Ahora, ¿qué pasarÃa si en lugar de llamar al motor del coche «Ã©nyin» lo llamasen «Ã©nyon» (podéis escucharlo en británico y americano aquà )?, pues que me quedarÃa con la copla de algo que está mal pronuciado, de una palabra que no existe, lo mismo que «concursanta».
Y una cosa era Xzibit y su grupo de bros de la MTV (donde no hablaban mal, si no que no les entendÃa un pijo) y otro el magnÃfico canal británico. La televisión puede ser un instrumento educativo realmente acojonante. Igual que cada noticiario o periódico nos adoctrina a su manera, también deberÃa cumplir un alto nivel de exigencia verbal.
Lo normal, o mejor, lo idóneo serÃa que los angloparlantes nativos se diesen cuenta de que motor no es asà y que lo que quiere decir no existe. No sé si harÃan caso omiso y pasarÃan del tema o qué, pero eso es otra cosa porque no es más que una palabra inventada que, en lugar de cambiar de sexo al motor porque ahora también hay motoras (que existe, pero no como sustantivo: lancha motora, lancha verde hoja, motora es una cualidad que describe a la lancha, un adjetivo), lo cambia por una palabra diferente sin diferenciar el hecho de que tenga colita o no.
Aquà tragamos, y me jode. Al igual que me fastidia que la gente no sepa utilizar el imperativo, no quiere decir esto que no sepa dar órdenes. Por tanto, lo de «concursanta» comenzará a expandirse de programa en programa y de cadena a cadena como un tumor por el pecho de Kylie Minogue, que no me parece gran cosa, pero póbrecilla ella.
Otro ejemplo de éste nivel de chabacanerÃa (pero que no tiene que ver con la pluralidad) es que hace tiempo vi en un zapping a una chica, por llamarla asÃ, de AndalucÃa que confesaba orgullaba haberse fumado el tiene nombres mil de PaquirrÃn. Al contar su historia la muchacha intento expresarse asÃ: «Y cuando nos levantamos del norecuerdoquémierdadeantroporquellevabaunpedaldelcopón nos fuimos a blablabla», pero utilizó la palabra «levantemos», «cuando nos levantemos», que no es incorrecto, pero una cosa es su vida sexual contada en pasado y otra el uso del subjuntivo. Nadie en el programa la corrigió. De acuerdo, queda muy mal que te corrijan en la tele, ¿pero hasta qué punto? Siendo frÃvolo supongo que si lo que se va a contar es una experiencia semejante da igual con qué lo envuelvas, pero me cabreó.
Y, como ya he dicho en alguna ocasión, yo no es que hable de maravilla. Además, digo inifinidad de tacos. Pero bueno, me parece que si escribo Cabo Trafalgar esto me lo perdonan. Quiero decir, no soy quién para dar ejemplo. Pero si cualquier extranjero que pretenda empanarse de algo viendo la tele (como comentaba que acostumbraba a hacer yo) empieza a coger esos errores, mal vamos. No por él, sino por nosotros, pues antes que él quienes pasan por el aro somos los de casa. Y creo que el castellano o el español es un idioma espléndido que deberÃa ir más allá de berrinches polÃticos (si al menos no acabasen en miembras…).
Para haceros una idea de hasta dónde llegan mis neuras por estas cosas hoy mismo he empezado a bajarme las ocho temporadas de Aquellos maravillosos 70 en inglés (con subtÃtulos en inglés por otro lado), porque pillarla en Amazon sale por un pico.
Que aunque sea un cliché, y para mà la mayorÃa de los chlichés son verdades incómodas de reconocer, hablar bien no cuesta nada. Un click al adsense tampoco.
Visto en: Ya es oficial, dejo de ver la tele.
Deja una respuesta