Ingresar en la San Telmo para gobernar el mundo. Mantener el brillo en la melena hasta que James Dean pierda la pose en el Spyder. Todas las Saras del mundo pendientes de una tiza blanca. Todas las monturas oscuras de las gafas que se limpian en una camiseta de Jack Daniel’s dos tallas más grande y tú. Tú, muerta de asco en la vida. Desgastando emepetrés y gifs de Lana del Rey, ‘flawless’. Y pájaros desdibujando trayectorias de colores por encima de cualquier princesa Disney. Imagino que sigue mirando a la pared aquél lobo. Un camarero en frac, secando las copas a mano no se compara en nada a una nevera portátil acomodada en el maletero de un descapotable americano que nunca condujiste. Un rayo de sol alumbra y hace destellar los cromados del parachoques. Apenas fueron 200 kilómetros en llanuras con un gran rÃo y sin castores mordiendo troncos, haciendo diques, golpeando la presa con las colas. No, ni una sola nube, cosa extraña tanta tormenta. Siempre una sonrisa, una queja, una mirada, un golpe seco. De repente un brazo pintado, son mariposas, son revoltosas, son inquisitivas, son infinitas. Como de costumbre: paredes blancas, un gorrión apoyado en la barandilla del balcón y una copia ya avejentada de varios libros antaño prohibidos. Ahora café recién hecho en una taza de porcelana, junto a un lazo que estuvo sujeto al extremo de tu cabello. Y ojalá tener un caballo y que los vecinos no fumen y siempre a mano un abrebotellas. Cae un pétalo del florero sobre un folio donde tachaste un poema.
Una sequoia centenaria que nos dio sombra mientras fingÃas que tú leÃas. Todo en la costa opuesta a esa hermandad secreta que te pusieron. Una libreta repleta de dibujitos a pluma de troncos de árboles. Un Charlie Brown enfadado compite con Calvin por el último sandwich de Nocilla. Ruido de una bici, el ciclista con uno de esos estúpidos jerséis de portada de la Pitchfork. Y era ceniza.
Visto en: 2013.
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