Siempre que nos metemos en temas de libertades (falsas libertades realmente, puedes menospreciar a otro por motivos de religión con la mayor mofa imaginable pese a la libertad de culto que se garantiza en la Constitución sin ningún miramiento) nos enfangamos demasiado. El tema de la homosexualidad es complicado. Por ese motivo adelanto que yo no quiero hablar de los gays, quiero escribir sobre la estupidez que me parece el orgullo gay.
YMCA Macho Man
Yo no me siento orgulloso de ser heterosexual. No me siento orgulloso de que me gusten las tÃas. No me siento orgulloso porque no es un logro (ni un fracaso). Me siento orgulloso de tener carnet de conducir porque me costó sacármelo, primero porque decidà intentarlo y segundo porque lo conseguÃ. No creo que ninguna persona se sienta orgullosa de que le atraigan los hombres o las mujeres. Posiblemente al contrario. Históricamente la homosexualidad ha sido algo tabú, en muy pocos años ha habido una explosión, pero esto no es Will & Grace, el tema de los gays sigue valiendo para coñas (y como dijo Homer, «¡El término marica es nuestro!») y sigue pareciendo raro. Para empezar, hay locales para gays, ¿por qué? No hay locales especÃficamente para heteros, ni bares pensados para rubios, ni para gente que pesa más de 65 kilogramos, ni tiendas sólo para personas con hoyuelo en la barbilla. La orientación sexual no es una elección, eso lo dejan claro, entonces no veo la necesidad de que ellos mismos (el famoso y presuntamente potente lobby gay) muestren reiterativamente su gusto hacia personas con colita o con ranura (si se trata de lesbianas).
Curiosamente hay una parte (no sé si numerosa) del llamado «colectivo homosexual» que rechaza este jolgorio impuesto, que rechazan las plumas, las carrozas, la música de la chicochica, y del acento de Jorge Javier. Gays que no son unas putas locas. Que hacen su vida normal sin sentir la necesidad de gritar al mundo que son gays. Y olé sus cojones pese a que sean criticados por «los otros» gays que sà exaltan su gaylocidad por cobardes. No es asÃ. Esta peña merece toda mi apoyadura (estaba fácil) y respeto porque, simplemente, es como deberÃa ser. Eso es integración, nada de musculitos ni brillantina, si quiere depilarse que se depile, ¿pero por qué hostias va a tener que sentirse orgulloso de ser como es? ¡Si es que carece de sentido!
Otra cosa es llevarlo con orgullo. Si te llamas MarÃa Umpa Jote y pasas de todo para levantar bien alta la cabeza cuando te reclaman en la cola del ambulatorio, pues sÃ, con un par de narices. Llevas tu mierda de nombre sin humillarte y no te hundes. Vale, pero una cosa es esa y otra coger a todas las que se llamen como tú, cortar las vÃas principales de algunas ciudades y soltar decibelios hasta notar cómo los bajos consiguen que te vibre la ropa y te repiquetee contra el pecho. Una salvajada sólo pensaba para que algún reguetonero entre en el Guinness y lo pongan junto a The Who, por ahà no paso.
Finalmente, hay quien compara los desfiles del dÃa del orgullo gay con Semana Santa. O se está muy loco o se es gilipollas, pero eso es el agua y el aceite. No lo digo sólo por el plano artÃstico en el que se describe que algunas ciudades tienen una Semana Santa que está declarada Patrimonio de la Humanidad (igualito que las canciones de la Gagá) sino porque no es una celebración donde los cristianos católicos se enorgullezcan de absolutamente nada, como tampoco en Navidad, sino que recuerdan la muerte de Jesucristo y celebran su resurrección. Ahora bien, como en Semana Santa no hay promoción de hipermercados ni Papá Noël la cosa cambia. Es más, se puede ser homosexual y cristiano y no enorgullecerse de nada de esto, sÃ, flipa, pero es «lo normal».
Visto en: the Navy.
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