CuantÃsimo tiempo que no respondÃa un meme, he escogido este divertido reto enviado por Rethse para intentar capear el temporal de mi falta de relaciones en este mundo. Y hablando de capeas, al toro.Trata de mencionar qué arma utilizarÃas, con quién te gustarÃa estar acompañado y qué canción sonarÃa si pudieses elegir en un ataque de zombies. SÃ, quién lo haya inventado se habÃa pasado con el chute de Resident Evil, Umbrella powa, y tal.
Copiando con descaro a Rethse yo también voy a añadir al post una historieta para poder poner en situación todos los elementos que pide el propio meme.
El arma: Por definición el arma que se utiliza en las invasiones de este tipo es una escopeta recortada (recordad la recreativa de House of the Death 3), ya que son ataques que se realizan de cerca y un arma asà los destroza a pares. Pero yo, fiel a mis costumbres descarto semejante peso que llevar encima y dudo entre un Colt con munición .44 Magnum al más puro estilo Harry el Sucio, y la otra pistola es la que menciono de vez en cuando por estos lares, Jericho 941. Me quedarÃa con la segunda por su simpleza frente al revólver, semi-automática, cargadores en la empuñadora (el Colt me obligarÃa a recargar a mano las 6 balas de su tambor cada vez que quiera más munición).
La compañÃa: Como me temo que debe ser una persona de verdad (no puedo decir Bruce Banner y esperar a que se transforme) me quedarÃa con una chica que me guste, total, el héroe de la historia seré yo. Con muchas dudas me quedo con la guapÃsima Natalie Portman, que la Jericho es israelà y ella también, ya tendrÃamos algo de lo que hablar, que no, no sé hebreo, pero ella farfulla español y a mà me sirve, que vamos a matar zombies, no a discutir sobre la obra de Wagner.
La música: Ya que he dejado caer a Wagner (iba con intención) barajo la posibilidad de que sea La Cabalgata de las Valquirias, como en Apocalipse Now. Y hablando de esa pelÃcula… ¿por qué no The End, the The Doors?, que aquà se nos pueden poner las cosas mal como en Vietnam, ya sabes, Father, Yes, son?, I want to kill you. Y ahora que menciono lo de matar… One of these days I’m gonna cut you into little pieces, de Pink Floyd y cuya letra no es más que esa frase. Ésto de las letras cortas me recuerda al grtio de Roger Waters en la histérica Careful with that axe, Eugene, del mismo grupo. Y sin darme cuenta he escrito algo de «histeria», que es hasta donde querÃa llegar, Muse con Hysteria y seguida de Stockholm Syndrome. Me ha quedado redondo.
La historia:
Una tarde veraniega, gris, soleada, sÃ, pero gris dentro de mà […], en un ático neoyorquino estoy esperando una llamada que me diga «Ya estoy lista, pásate a recogerme en un rato, ¿vale?, venga, ¡un besito!», sà tampoco espero que me deje preguntarle qué lleva puesto (y qué no). ¡Ring! ¡Ring!, por fin. Ya quedamos, bajo a por la moto que está en su garage propio, junto con el Batmovil y el Petercóptero. Al lado de la puerta de la entrada del mismo emplazamiento tengo colgada la cazadora de cuero -y ésto sà es de verdad-. Monto, una Triumph Bonneville T100 de color rojo brillante entre mis piernas. Dentro del casco te sientes invencible.
Llegamos, está saliendo de su portal. Resplandeciente, radiante, encandiladora. Parece no saber que los vestidos cortos son malos amigos de éstas monturas, no seré yo quien se lo diga. No puede estar más guapa. Supongo que ya se lo huele, seis años juntos, tengo pensado pedirle que nos casemos.
Vaya, el tráfico es más denso que de costumbre. Los cab amarillos me ponen negro, todos parados. Tranquila, princesa, no creo que sea nada. La gente corre en dirección opuesta a la nuestra, ¿qué diablos…? «Perdone, ¿qué ocurre?» -pregunto a una mujer que se lleva corriendo a su hija. «¡Gas!, una fuga, está en cuarentena, ¡alejaros!» Joe, qué mala pata.
«Cariño, me temo que tendremos que dar la vuelta», digo por encima de mi hombro. «No, por aquà detrás también están corriendo, ¿nos rodea la fuga?» Responde ella abrazándome con fuerza. «Y, ¿qué hacemos?», cuestiona con inquietud.
Los coches pitan, se puede tocar la ansiedad de la gente, el ambiente empieza a ser entristecedor, nerviosismo.
Se acerca un policÃa, no muy alto, de color y con bigote, tal cual aparecen en las pelÃculas. Se identifica como Oficial Johnson, «¿Sabes manejar ésto, hijo?» se apresura a preguntarme. Mi novia se sorprende al ver que me muestra una reluciente Jericho 941F, no sabe que es un arma que me apasiona y me hubiese gustado que jamás lo supiese. «SÃ, Oficial. Sé cómo funciona». Respondo ante la autoridad. «Bien, haz el favor de acompañarnos, cuidaremos de tu chica». Nunca en mi puta vida habÃa desconfiado tanto de esa frase «cuidaremos de tu chica», apuesto a que lo harás, si algo le molesta te juro que te vuelo las pelotas, hijo.
Y ahà estoy yo, andando hacia Dios sabe dónde, mirando para atrás para ver como una policÃa con coleta intenta tranquilizar a Natalie, todavÃa sentada en la Triumph y vestida de gala. Y yo, sin saber qué hostias quieren de mÃ, por qué empuño una pistola y, lo que más me preocupa, cuánto voy a tardar en volver a verla.
«Disculpe, agente», rápidamente me corta para corregirme, «Oficial, Oficial Johnson». «SÃ, bueno, señor Johnson de la PolicÃa de la Ciudad de Nueva York…» aclaro con rintintÃn, «¿Qué está pasando?, ¿a dónde vamos?, ¿por qué voy armado?, en fin, ¿qué es esto?» denoto cierto nerviosismo al hablar, está claro. El Official J. Concluye con, «Si te lo digo no me creerÃas, hijo, pero ahora lo verás…». Permanezco en silencio hasta terminar de bordear la manzana, se escuchan disparos, cercanos, y gritos, «más cerca está de ser un graznido que un grito», discuto en mis pensamientos.
Llegamos a una calle cortada por coches patrulla y cinta de la NYCP. Allà hay un puñado de hombres de uniforme azul disparando al otro extremo del cruce. No puedo ver muy bien a qué, sólo sé que empiezo a temer por mi vida seriamente, y espero que ella esté bastante lejos. Casualidad, mensaje al móvil, largo: «Espero que estés bien, son ZOMBIES! Yo estoy bien, han montado un hospital de campaña aquà mismo. Es zona sin riesgo bioquÃmico. Te espero, cuÃdate, grandullón. Un beso.» SÃ, está tranquila, pero yo no, muñeca, yo no.
Miro a los ojos al oficial, «¿Son zombies?» le pregunto con extrañeza. Afirma con la cabeza, «SÃ, muchacho, necesitamos gente para combatirlos, ahora te instruirán en cómo defenderte y dispararlos». Y fue decir eso y marcharse por donde habÃa venido. Ni siquiera soy consciente de que a tres metros de mà estaba muriendo gente. ¡El tÃo ha cogido y se ha pirado a por más gente! Pero qué cojones… Se acerca otro madero, «Tranquilo, apunto y disparo, lo he visto en el cine» le cuento con chulerÃa. Sin decir nada me da una caja de cargadores y vuelve a su posición. Y una mierda, que se pudra Manhattan, esta tarde tenÃa planes. Cojo el teléfono: «Natalie, espérame en la puerta del hospital, ¿está la moto cerca? Vale, perfecto. ¿Estás bien? Dios, hay que salir de aquÃ. Escucha, te quiero«. Corro, corro como nunca, voy sorteando gente que cree tener intenciones de ayudar. El hospital está ahà mismo, y ella junto al vehÃculo nerviosa. «Sube, hay que irse». Ya en la moto veo que las posibles calles de salida están cerradas, ni por el Norte ni por el Este, hay que exprimir el motor. «Mira, sé que es raro, pero son Zombies de verdad, coge esto, lo sujetas con fuerza, aprietas el gatillo y disparas, intenta dar en el pecho o en la cabeza, agarralo fuerte». Arranco la moto apuntando hacia el extremo de la calle con menor número de individuos. Ella se sujeta como puede a mi cintura mientras mantiene la otra mano atenta a lo que se pudiese aproximar. Acelero, cambio de marcha, acelero, cambio. Hay una multitud frente a nosotros, los brazos extendidos hacia delante y el tono de la piel grisáceo indican que o bien hoy es Halloween y nadie me lo ha dicho o, en efecto, son unos malditos no-muertos. Temo por mÃ, temo por ella, maldigo la hora en que me apeteció salir esta tarde. ¡BANG! «¡He dado a uno!» Me grita mi compañera. ¡BANG! ¡BANG! Y, en efecto, me va abriendo paso entre lo que antes fue un grupo de seres vivos.
El puente está abierto y nadie lo cubre, hemos tenido suerte en elegir esa salida, ya no hay casi nadie, algún humano desorientado corriendo hacia vete a saber dónde. «Lo has hecho, peque», susurro a la chica más guapa del mundo.
Visto en: Tiempo que matar.
Deja una respuesta