Si alguien que no está muy al dÃa de los casos de sucesos de España escucha el nombre de «El Rafita» seguramente piense, «Bueno, pues será un pobre chiquillo llamado Rafael al que se le ha torcido la vida y se ha enfrentado a un Apu en un Badulaque, qué pena». En cambio alguien que sà esté al loro sabe que es un delincuente peligroso hijo de puta e hijo de puta (las dos cosas; peligroso hijo de puta y además, hijo de puta, que hay que decirlo más) que no tuvo problema en colaborar no ya con la violación y el asesinato de una chica (que ya serÃa una conducta de una persona peligrosa hija de puta y no nos olvidemos, también, hija de puta), es que esta escoria que para bien de muchos es ejemplo de la raza humana y para mal de otros es una vergüenza a la que deberÃamos escupir a la cara con la mayor cantidad de mucosidades que podamos, colaboró en la violación de la vÃctima, en el atropello con un coche, en quemarla viva y en definitiva, en fulminarse la vida de aquella chica con toda la crudeza que Tarantino pueda imaginar.
En la Edad Media a este tÃo lo llamarÃan «Rafael El Sanguinario de AndalucÃa» o algo asÃ, con connotaciones macabras y que consigan centrarte en su maldad con un golpe de vista en las letras de los cantares de la época. «De cómo Don Manuel de Castillo Grande cortó la cabeza de Rafael El Sanguinario de AndalucÃa -aquél que siempre dijimos que fue un ser peligroso hijo de puta y además, hijo de puta- y se la ofreció al Duque de Castillo Más Grande TodavÃa para clavarla en una estaca por petición de Dios, quien se presentó en el lago de la dama de la flor de loto para ordenar las filas de nuestro glorioso duque». Y hubo regocijo.
Pero no, la época en la que a esta peña se la combatÃa con espada quedó en los libros de historia y la Saga Artúrica. Ahora, gracias a los medios de comunicación que buscan siempre entre comillas eso de la «independencia de la mañana» terminan haciendo creer, siguiéndole llamando «El Rafita», que no es más que un pobre chaval y no un delincuente peligroso hijo de puta y -todos juntos- ¡hijo de puta!
Esta conducta se da en España (el caso germánico de «El Monstruo de Amstetten» es muy reciente y como se puede ver, esta gente no se anda con miramientos de «El abuelito y sus agujeritos», nuestros vecinos importantes van a saco y hacen bien, «El Monstruo», algo repulsivo). AquÃ, en nuestra piel de toro (llena de pulgas, garrapatas y chinches) nos referimos a esta basura hija de puta con diminutivos. Manda huevos. Rafael era menor y se amparó en esa ley que dice que si tienes 17 años y 364 dÃas tranquilo si asesinas a cualquiera porque la culpa es de la sociedad y del entorno pero que en cambio si tienes 17 años y 365 dÃas prepárate porque eres un asesino hijo de puta y sobre todo hijo de puta, más te vale estar bebido o haberte drogado. Porque las drogas son malas, pero por yonki te quitan unos años de prisión ¿otra rayita o qué?
Y aquà llegamos a por qué aceptamos los diminutivos en esta gentuza vomitiva. Hace unos añitos -ni vosotros habÃais tragado vuestro primer Nutriben- proliferaron por las grandes ciudades unos rateros venidos a más que tan pronto desvalijaban joyerÃas, robaban coches de pocos caballos y se chutaban Ãdem. Esta gente barriobajera eran para muchos héroes del pueblo. Y utilizaban nombres con diminutivo, como «El Vaquilla», no «El Torazo», vaquilla es más inofensivo. Y viendo que pese a sus delitos la gente que leÃa los periódicos no hacÃa ascos a estos quinquis (hace poco hasta les han hecho protagonistas de una exposición) aprovecharon el tirón. Que el niño es un transgresor y no importa que se haya cepillado a aquella chica, pues tate, «El Rafita» que se queda.
Ni clemencia ni amnistÃa, a picar piedras, y a otra cosa butterfly.
Visto en: Genteuza.
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