Hay que joderse, estoy de lo más ñoño. En fin, se siente, ya volverán las malas formas en otro rato. Lo que pasa es que he estado pensando en algo que ya creà haber escrito (pero no) y es la sonrisilla que se te escapa cuando piensas en que cualquiera puede llegar, ver esto y gustarle.
Me explico, es como un pintor que expone en un museo «Guay, ahora mismo hay personas que no saben quién soy que puede estar mirando un cuadro mÃo», o el músico que no sabe si en algún lugar remoto del mundo alguien está enamorándose con sus canciones, el director que no se da cuenta de la chica que llora en el sofá cada noche con su pelÃcula, la fotógrafa que no termina de enterarse de que un chico se ha pasado horas buceando por su galerÃa en Flickr, el escultor que no se da cuenta de que siglos después niños excursionistas se harán fotos con el móvil junto a su David.
Y encima esto vale tanto para la Sinfónica de San Francisco como para Justin Timberlake o tanto para El Padrino como para Mentiras y gordas. Bueno, no, eso segundo no.
Visto en: Y nada, que he perdido dureza.
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