Aunque por aquà se comente poco o nada en el mundo musical serio internacional hay una pequeña movida entre Pink Floyd y EMI debido a la descarga individual de canciones. La bronca la seguà mediante la Rolling Stone, que ahora está caÃda por reformas asà que soy incapaz de enlazar los artÃculos originales, pero en el New York Times también comentaron la jugada. Lo que ocurrió, básicamente, es que el grupo se niega a vender sus canciones sueltas, para incluirlas en un Guitar Hero, por ejemplo, sacarlas en un intermedio de televisión y conseguirlas con unos mensajes de móvil o colgarlas en Spotify (aunque ahora mismo pueden descargarse una a una desde iTunes Store, a ver cuánto dura).
Esto en principio parece una rabieta de viejas glorias que reniegan del actual modelo de negocio válido y legal de distribución de música, esto es, comprar canciones a granel en las tiendas que afloran con más o menos suerte a través de los prados de internet. Yo creo que habrÃa que preguntar a Roger Waters y Dave Gilmour si esto es asà (porque está claro que Nick Mason pasa del tema y tanto el siempre creativo Wright como Barrett están ausentes) y prefieren dejar de ganar unos peniques o si es una postura basada en unos principios sólidos. Y me parece que, en efecto, lo es.
Me explico, ahora mismo un tema es un producto de por sÃ, se le dedica mucho esfuerzo (en tiempo y dinero) a que venda y suene lo máximo posible, que sea un hit inmediato. Ese tema, nada más. Y parece una estrategia efectiva si miramos el ejemplo de mi archienemiga Lady Gaga, sus canciones se encuentran recogidas en sólo dos álbumes, pero sus singles van saliendo independientemente los unos de los otros, asÃ, Poker Face es de un disco y Bad Romance de otro, sin embargo se lanzan sin distinción porque entre sà no hay mucha relación, ni tampoco entre las canciones con las que comparten caja. Esto es inconcebible en el rock (aunque ya no tanto), y serÃa imperdonable para Pink Floyd. Me explico. Esta gente no vive ni vivÃa de la radio o de la MTV y sus álbumes forman una entidad en sà mismos, tanto que en muchas ocasiones el final de un tema enlazaba con el comienzo del anterior, esto es, si te bajas un disco suyo y los metadatos son erróneos o no se incorpora información del orden de los temas no vas a disfrutarlo en condiciones. Esto no pasa con las shakiras ni los bisbales. Se ha pasado de grabar del tirón en un estudio en la montaña a hacer vendible y exitosa cada una de las piezas del álbum (que en su mayorÃa se distribuirán independientemente para las pistas de baile o platós de Callejeros). Ya no se hacen discos porque ya no se venden discos, o no se venden porque no se hacen.
Esta mentalidad de unidad entre canciones es fácilmente identificable con los del Lado Oculto de la Luna (sobretodo en sus trabajos más iniciales, psicodélicos y desconocidos), pero lógicamente otros grupos menos mainstream que ellos lo entendÃan igual, «Tal disco es más crudo que el anterior, lo grabamos en una granja pero lo montamos en unos estudios de Nueva York porque no disponÃamos de no sé qué máquina y por eso suenan dos Hammond diferentes» u otras idas de olla semejantes que terminaban en un vinilo. Sobra decir que yo me he criado con estas cositas y no termino de encajar en la filosofÃa individualista del MP3, esos cuya capacidad te la venden alegremente en canciones como si fuese una unidad de medida del SI. Entonces cuando me recomiendan una canción se me hace raro que sea sólo una canción y termino dando una oportunidad a todo el álbum, creyendo firmemente que forman una entidad con un sentido propio que solÃa identificarse con las diferentes portadas (y el resto del trabajo creativo como flyers y carteles de conciertos) aunque ahora, al igual que antes, se sacaran varios LP’s con pocas canciones donde un single era el tema principal. Una oferta 2×1 en eMule.
Supongo que son dos maneras de entender este mercado; la carca y la de las gafas de colores chillones. Menos mal que tengo el yusformén, que casi os hago creer que soy de los primeros.
Visto en: Rolling Stone.
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