Todos conocemos a Belén Esteban, en cambio, hay quien duda cuando le preguntas si Ortega y Gasset era una o dos personas. ¿De quién es la culpa? Del gobierno, de los padres, de la tele o de los jugadores mercenarios que no sienten los colores. Da igual. El problema seguirá estando ahà aunque se cambie de gobierno, puede que mejore si cambian los padres, para que la tele cambie han de cambiar los gobernantes y los padres y los jugadores de fútbol son profesionales que, como tú y como yo, si encuentran una empresa (equipo) que les ofrece unas condiciones mejores (y recordad que no todos son Cristianos ni Messis) pues acuerdan el contrato. ¿O es que si a ti los de Gestenfeiser te ponen en la mesa un sueldo de 5000 al mes, piso con jacuzzi y coche de empresa con conductor por el mismo trabajo que haces ahora por 800, viviendo con tus padres y moviéndote en patinete no aceptas? Pues eso, mercenario de mierda.
Orgullo poligonero
Que levante la mano quien quiera ahorcar a Belén Esteban, cortarle la cabeza y colgarla en una pica en la Plaza Mayor para que nosotros, pueblerinos venidos a gente de capital, podamos escupir en su cara siempre que queramos. Hostia, cuánta gente, pues nada, si ya está decidido se acaba el post.
Pausa.
Que no… Sinceramente yo nunca he aguantado ni sus formas ni sus maneras ni su estúpido orgullo barriobajero (TeleCinco style), ni mucho menos esa infumable coletilla navajera que es «¿Me entiendes?». Lo peor, bajo mi punto de vista, es que hay gente (tanto gente con pene como gente con vagina y hasta Amor) que asegura que bajo esas ojeras se esconde una mujer que en su dÃa fue guapa. La verdad es que me suena que llegó a portada de Interviú, pero ni lo he buscado porque con eso se me cuelga el Ubuntu fijo. Sinceramente, por muy insufrible que sea (y digo insufrible, no particular ni carismática ni simpática ni pollas en vinagre) esta arrugada, amiga de los gritos y con un amplio espectro de conversaciones que van desde los padres de JesulÃn hasta los churumbeles de este (y puesto que ella misma asegura que no habla de nada más y que le pagan por ello, no criticaré -pero que sepáis que me jode seriamente y me irrita) no tiene ninguna solución. Es decir, su hija seguirá creciendo hasta que sea mayor de edad y puedan ahorrarse el pixelado en la cara para hacerle fotos junto con sus colegotas y su novio en un botellón. Belén hablarÃa, bueno, chillarÃa, que por favor («Y por favor he dicho, ¿eh?») no fotografÃen a su Andreita saliendo de un Kebab, Durum en mano, con su Jonatan. No hay solución, bueno, podrÃa coger a Jeri y liarme a descargar plomo, pero ya aprendà gracias al Actor Secundario Bob que aunque realmente hagas justicia y des al pueblo lo que en lo más profundo de su corazón desea, yo serÃa castigado por el propio pueblo. No desenfundaré.
Lo que sà tiene solución es intentar sacarla de la televisión, ¿cómo? No viendo los programas donde la sacan a que diga alguna tonterÃa para luego reÃrse de ella. Pobre, y tal. Y eso es extremadamente difÃcil debido a las personas, porque pese a sus pecados son seres de Dios y hay que cuidarlos, que aplauden y apoyan a Belén Esteban. Angelitos.
Esta enorme panda de soplagaitas, ineptos y estúpidos donde encontramos desde quinceañeras hasta jubilados (varones), apoltronados en su sofá cual aficionado gritando «Ãrbitro cabrón, teviá matá cuandu ti vea» independientemente de cómo vaya el partido y cómo jueguen, pues la diversión está en esa salsa visceral, en la zona alta (de pobres) de un estadio.
Estos personajes, ataviados con su chándal, sus zapatillas de felpa con escudo medieval bordado y una mancha circular de grasa en el pecho o estas madres enjoyadas que por la tarde vuelven de aparcar el Volvo todoterreno tras recoger a sus hijos del Liceo y llevarlos a hÃpica confluyen en un mismo punto cuando al encender el televisor presionan el 5, con rima. Y dicen, dicen… «Di que sÃ, ¡Arriba la Esteban!» ¿Cómo voy a ir yo, que tengo una paciencia limitada y un gusto exquisito, y reprimirme? No, señor. Yo soy un hombre de bien, con fundamento, rico, rico, un caballerete con las suficientes agallas de encontrarse en esa situación y, ¿coger la pipa? No, pedir, «Mamá, ¿puedes hacer el favor de bajar el volumen de la tele?».
Eso es todo. Muchas gracias y buenas noches.
Visto en: Sálvame, qué irónico, que nos salven a nosotros.
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