Desde ayer lunes pertenezco a la generación YY, vamos, y estudio y trabajo, no salimos en la tele ni llevamos peinados raros o pendientes por doquier, pero existimos y somos héroes de esos buenos, de los de DC. Estoy de becario desarrollando portlets, yo dejo el enlace ahà por si algún curioso quiere indagar, y rollos de maquetación y CSS para LifeRay, aunque a decir verdad, de momento, lo único que he hecho ha sido darme de guarrazos con Tomcat y Eclipse, esto con NetBeans no pasaba.
Ahora que estáis centrados. Llevo dos dÃas allà y ya le debo tres cañas a una compañera, no porque bebamos en el trabajo sino porque… bueno, discusiones tontas que se arreglan asÃ. SÃ, la gente (poca) trabaja para aumentar ingresos y yo de momento sólo veo cómo disminuyen: más buses, turno completo del gimnasio porque ya no puedo ir sólo por la mañana, cafés… Que son tonterÃas, pero coño, ¡mi AdSense! (que está capado en la oficina, por cierto). Y ya me he puesto a pensar, si yo a esta chica le tengo que pagar tres cañas, puedo aprovecharme de la gente que me debe una caña a mà y hacer un trasvase de deuda, sin intermediarios. Es cómodo cual Paypal, además, en una época en la que no vemos ni notamos el dinero que tenemos, que apenas son cifras que aumentan y disminuyen en la cuenta bancaria, nadie iba a quejarse de nada. Pero esto es más complicado. Imaginad que esta chica debe dos cañas a otras terceras personas, y que una de esas personas, por pura carambola del destino, me la debe a mà pero no es ninguna de las personas anteriores. Aquà ya se complica y este es el motivo real por el que al final todos calculamos las cañas que debemos a otros a ojo, llevar al dÃa un registro de estas tontadas serÃa de enfermos, empezando por el concepto de caña, que no especifica ni cantidad ni marca, y para que me paguen dos Cruzcampos mejor me bebo mi propio orÃn.
Ahora cambiamos cerveza frÃa de barril por dinero y nos entendemos. Si una persona debe 1000€ a un banco por un préstamo, esa persona va a recibir 1000€ de otro que se lo debÃa porque vendieron un coche de segunda mano a medias y esta última persona va a recibir de ese mismo banco unos intereses de 1000€ por vete tú a saber qué chanchullo la solución con malta de cebada serÃa salomónica, mismas cantidades, que todo el mundo se quede con sus duros y santas pascuas. Si en lugar de coger cifras redondas e idénticas ponemos valores reales a lo mejor nos sale que entre dimes y diretes, pitos, flautas, pollos y peras la deuda real no es más que un par de céntimos que alguien debe a alguien (algún partido polÃtico a alguna caja de ahorros, ahorros dicen los cachondos).
¿Qué dice la teorÃa cervezoidal aplicada a las deudas al respecto? Que la deuda siempre tiende a cero de forma que deberÃan eliminarse ipsofácticamente (tres palabras en una, Carrefour) el cómputo global de todas las deudas económicas porque se contrarrestan e igualan en el infinito. Allà al fondo, para llegar tira todo tieso.
Y venga, joder, que después de cinco horitas de curro, otro tanto de clase y una serie de ejercicios más tres kilómetros a 11.5km/h no se me puede pedir más. O qué queréis, ¿una caña?
Visto en: Espacio patrocinado por Heineken.
5 respuestas a «La deuda cervecil aplicada»
Y luego cuando juegas con el movimiento de dinero teórico, que realmente no tiene nadie, se te caen los rizos y la barba se vuelve pelirroja. O algo asÃ. Más bien creo que era que el profesor se explicaba como el culo, porque cuando me lo cuentan en casa tiene lógica y todo. De pagar tú las cañas no te libras, pero tiene lógica.
La gracia de las cañas es que no se anulan. Si yo te debo tres y tu me debes a mi tres, HAY QUE TOMARSE LAS SEIS. Y con alguna extra en concepto de intereses.
Me sumo a la teorÃa de Aloisius, nadie se levanta de la barra hasta que todas las deudas birreicas quedan liquidadas (que malo el chiste)…
Por cierto, desde aquà propongo un brindis con unas jarras (ya ves, mi nivel de deuda se mide en jarras, lo cual no se si es bueno o malo) por todos aquellos de la generación YY, entre los que me incluyo aunque mi sueldo no llegue ni para pipas, y menos en estos momentos que todo está tan jodido…
He de decir que desgraciadamente yo invito (y me invitan) mucho más a café que a cañas…
Pues yo seguro que te debo alguna, mira tu agenda.