Hubo un chaval que a los 12 perdió a su padre, a los 15 tuvo su primera guitarra eléctrica, a los 16 empezó a componer, con apenas 22 tocó el cielo musical y con 24 tuvo que desaparecer del mapa. El joven falleció hace dos años sin ser consciente de prácticamente nada que fuese más allá de su diabetes y el cáncer pancreático que lo terminó de fulminar.
Dicen los más cercanos a él en sus últimos dÃas que no recordaba nada de un grupo llamado Pink Floyd, que preguntó cómo sonaban y si eran buenos. No sabÃa nada ni de la banda que formó, que lideró, ni de su triste carrera en solitario. Siempre le gustaron las flores y creÃa que era un jardinero retirado. Pero el joven Roger Keith Barrett habÃa hecho por la música más que cualquier abono por las margaritas.
El Efecto Syd Barrett.
Pink Floyd se formó como grupo en 1964, ‘Syd’ Barrett era el lÃder indiscutible de la formación de Cambridge, la voz, la guitarra, el compositor, el carisma, el más joven, y también, el que más abusaba del LSD. Dicen que su perdición.
Adorador del blues y de la tecnologÃa musical invirtió mucho en instrumentos «modernos», electrónicos, desde primitivos sintetizadores hasta efectos de todo tipo para conseguir el Space Rock y Psicodelia caracterÃsticos de la primera época de la banda. Para muchos músicos (y crÃticos) fue un visionario y la imagen a seguir para apartarse del panorama rockero londinense, su sonido, sus letras, «sus pintas» lo convirtieron en icono en menos de dos años. Era la flor de su ansiado jardÃn, y marchitó.
No está nada claro cómo empezó, y aunque haya acabado su vida hace bien poco, qué dio el pistoletazo de salida no ha sido descubierto. Simplemente aceptan que su cabeza, sin querer, «se apagaba».
Lo tétrico del asunto es el cómo, el cómo una mente tan brillante, cómo un pionero de la música (y para su propio mal también pionero de las drogas) se viene abajo en minutos sin razón aparente. Llegaba al estudio, con el flamante contrato con EMI, con sus canciones nuevas recién escritas y animaba al resto del grupo a tocarlas, cuando acababa con una pedÃa a los compañeros repetirla para ir perfeccionando cosillas, pero él tocaba algo totalmente distinto a lo anterior, y asà una vez, dos… una docena. Encima de un escenario la cosa iba a peor, su mirada se perdÃa en el infinito, sus piernas se quedaban rÃgidas y quietas mientras subconscientemente tocaba su Fender hasta paralizarse por completo. El público aplaudÃa, decÃan que era un gran actor, pero su vida no era puro teatro, ya vieron que era pura psiquiatrÃa. Que durante un rato era alguien normal, pero los episodios de esquizofrenia aumentaban y las parálisis eran más duraderas. ¿Qué te ha pasado, Syd?
Era terrible, compuso  varias canciones más, sólo una apareció en el segundo disco del conjunto, prefirieron mantenerlo como compositor mientras Dave Gilmour, amigo personal del enfermo se ocupaba de la guitarra y, en ocasiones, voz. Dave y otros miembros de Pink Floyd animaron a EMI a que le produjesen un disco en solitario, lo sufragaron ellos, le pasaron hasta su muerte una pensión por lo que ganaban con el grupo. EMI aceptó pero las sesiones de grabación eran caóticas asà que decidieron utilizar los temas en bruto, tal cual los tocaba delante del micrófono, para él era fácil, «un papelito debajo de la lengua, y a volar».
El que habÃa sido un músico revolucionario ahora apenas sostenÃa la guitarra en sus brazos más de cuatro minutos, siempre con la mirada perdida.
El grupo fue ganando en fama (y en dinero) pero él no tenÃa conciencia de ello, sólo se sabe que un dÃa, en 1975, mezclando Wish you were here (irónicamente un álbum completamente dedicado a él), un tipo gordo y calvo con las cejas afeitadas apareció desorientado por el estudio, y que uno de ellos, al preguntar qué querÃa se echó a llorar al reconocer con tantÃsima dificultad que era su amigo, al que no veÃan desde hacÃa años. Lo habÃan tenido una mañana entera delante, pero habÃa cambiado tanto que podÃa ser cualquier loco. Dijo no tener muy claro qué hacÃa allÃ, pero le recomendaron ir.
El mozo jovial de delgada figura, ojos inquietos y rizos que sospechosamente me recuerdan a los mÃos se habÃa convertido en algo que ni sus amigos conocÃan.
Estaba muy tocado por varias enfermedades, varias de ellas psiquiátricas. Convencido de que él no era ningún genio, «¿por qué deberÃa serlo?».
Tras muchas divagaciones se sospecha de un tipo de epilepsia que afecta al lóbulo y, en lugar de crear convulsiones, paraliza el cuerpo, incluyendo el cerebro, al principio es leve pero, como es normal en éstas cosas neuronales, sin medicación ni control empeora. Y lo que habrÃa abierto la caja de Pandora, lo que activaba la epilepsia y desconectaba su cerebro podrÃan haber sido los efectos de luces y láser que, tan pioneros que fueron en eso también, utilizaron sin miramientos durante el inicio de su carrera, es normal pensar en la bajÃsima calidad que tendrÃan esas lentes y esas proyecciones de colores tan primitivas. Su cabeza se iba fulminando al juntar los ácidos, causantes de la esquizofrenia, y la epilepsia: su genialidad se desdibujaba.
Lo temible es ver que el resto del grupo también tomaba drogas, especialmente LSD y marihuana en Ibiza (junto a Brigitte Bardott, por una temporada pareja de Gilmour) y sólo quien hizo que le llamasen Syd tuvo problemas. Sólo a él se le terminaba apagando la mente.
Sólo él reaccionó de forma diferente, pese a someterse a las mismas condiciones que sus compañeros.
Y mi temor es que, si cada cerebro es un mundo, el mÃo tenga alguna similitud con el suyo. Que, un dÃa, sin motivo aparente me empiece a fallar algo hasta quedarme muerto por momentos. Con una pasmosa lentitud cerebral y una falta de vida abrumadora.
Me da miedo.
Visto en: 1946-2006.
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