También podrÃa haber titulado esto como «la historia de gimnasio más grande jamás contada», pero serÃa recurrir a algo demasiado novelesco, incluso para un caza enlaces como yo. Os presento tres posts semi-independientes en uno.
Parte 1, el coco.
Ayer volvà al gimnasio después de unos dÃas sin pisar por allÃ, y nada más entrar me dà cuenta de la cantidad de gente que se habÃa apuntado, supongo que aprovechando el tirón de los corticoles, el volver a empezar y que los niños están en clase. En tres semanas se irán todos y nos quedaremos «los de siempre». Este efecto de masificación no me llamó la atención en absoluto si lo comparamos con mi asombro al ver al coco.
El coco es ese personaje de ficción creado por padres y abuelos para que los niños tengan miedo y asà se coman las acelgas, si no se las come se los llevará, como nadie sabe a dónde de zagal siempre supuse que no habrÃa sitio peor que una cocina en la que tenÃas que comer acelgas. Que el coco de los cuentos no serÃa tan fiero como lo pintaban. Tal vez me estuviese equivocando.
En los vestuarios me encontré con un personaje cuya asombrosa sombra dejaba entre ver a un hombre sin sombrero asombrado por cómo la taquilla absorbÃa su euro, una acción que le dejaba absorto, aunque lo que asombraba era él y su asombroso aspecto (podéis aplaudir asombrosamente en este punto de la narrativa mostrando vuestra aprobación a mi locuaz, sensata y lógica utilización de la lengua castellana).
El hombre no era gordo, ni acaso orondo. El hombre era muy obeso. No grande, porque de estatura no levantaba más que Torrebruno, en cambio de ancho lo triplicaba. O eso, o debajo de sus ropas vestÃa cojines para recoger el sudor y asà aparentar más talla de la que tiene.
La duda no durarÃa mucho, es un vestuario: la gente se desnuda. Y él, como intento de humano, también.
Se quitó (con muchÃsima dificultad) una camiseta roja lisa, sin dibujitos. Lo primero que và fue la espalda, enorme mural para grafiteros que un tatuador ya aprovechó. El coco lucÃa un gargantuesco retrato del calvo de Perdidos (con cicatriz en el ojo y demás detalles), bajo el rostro del personaje de ficción se leÃa en mayúsculas la siguiente inscripción, «Me pone el calvo». Puede que a alguien le parezca que este hombre es el puto amo por llevar ese tatuaje cubriendo su espalda (sin pelos, imaginé que por el tatuaje), a mà dio algo de lástima.
Mi espantosa sorpresa no acabó aquÃ, al momento de darse la vuelta también vi que no sólo se habÃa rasurado el pelo de la espalda, sino que por delante también seguÃa la misma moda. Tan sólo unos rebeldes pelillos le recrecÃan por el pecho, lo demás parecÃa bastante bien cortado.
Añado que el hombre era de un color rosa intenso, por lo que a mi cabezo llegó la imagen de Bubu.
Continuó desnudándose hasta que permitió que vislumbremos sus encantos sexuales, con una entrepierna totalmente depilada, un dátil colgando que daba bastante pena.
Por desgracia un brillo hizo que mi desvergonzada mirada subiese de su miembro a su pecho, el coco está tan a la moda que tiene perforados los pezones, atravesados por dos pendientes de algún brillante metal.
Ahora me pregunto qué tipo de ejercicios harÃa el hommo freakidus este, cuando lo más parecido al deporte que ha hecho en su vida es abrir la nevera para zamparse lentamente una de esas salchichas gordotas como si una actriz porno tuviese el miembro de Nacho Vidal acercándose a su boca.
La imagen de coco de los cuentos estaba finalizada, la próxima vez, me comeré las acelgas, mamá.
Parte 2, depilación total.
Bueno, lo que vais a leer lo escribe alguien que pasa bastante del afeitado, y que recurre a arreglarse un poco la barba, recortarse la perilla y el bigote y dejar ver sus pómulos sólo en cuestiones de fuerza mayor, a saber, se asemeja bastante a un mendigo/talibán/presidente de Irán, la situación requiere formalidad (BBComuniones) o ha quedado con alguna bella dama. Al final de cuentas esto es lo que cuenta, el vello es bello.
No os voy a mentir, lÃbreme Dios de semejante pecado, lo cierto es que no me agrada el pelo en las piernas de las féminas, no me parece feo, pero al tacto… se hace extraño. Claro que también entiendo que la cera duele.
Mi intención no es hablar de si depilarse o no el Monte de Venus, que eso esa es una decisión que no puedo tomar por vosotras, hijas mÃas. Y al igual que yo me hago memeces en la barba, cualquiera puede hacer lo que quiera con el pelo de su entrepierna.
El tema más peliagudo (que bien traÃda la expresión) es la depilación absoluta masculina. No dejar rastro de pelo en el pecho, hombros, brazos… dedos. Yo no soy excesivamente peludo, parece que se me concentra todo en la cabeza, incluyendo la cara, asà que no veo necesaria la depilación. Y si fuese Chewbacca tampoco lo harÃa, estoy seguro.
Sin embargo, me pregunto por qué extraña razón hay gente que sà decide rasusarse todo el cuerpo. Imagino que los ciclistas y nadadores lo hacen por cuestiones deportivas, en eso no me meto. Pero que lo haga un modelo… no sé, no me convence. No muestra la masculinidad que intenta demostrar, ropa o complementos para hombres, ya que no olvidemos, los hombres tenemos más pelo que las mujeres. En eso os ganamos.
Mi pregunta es ¿las mujeres prefieren/preferÃs a los hombres con o sin pelo? Dudo que muchos de vosotros os sentáis identificados con el coco, pero seguramente alguno se depile las piernas, brazos, espalda, trasero… ¿por qué? Quiero conocer todas estas guarradas. ¿Qué motivos le lleva a alguien a decidir que su pelo no tiene por qué existir?
Parte 3, pendientes, piercings, aros…
Volviéndome a sincerar (y dando ejemplo de valentÃa) afirmo que no me gusta un pendiente en el ombligo, y este es uno de los aspectos por el que Jessica Alba no me atrae, está buena, es guapa, pero el piercing ese me corta el rollo.
En la lengua… pues he de decir que aunque resulte algo incómodo de ver, si lo pruebas (en boca de alguien) terminará gustándote, o al menos tengo ese recuerdo de hace dos veranos. Lo bueno es que no puedes juzgarlo sin más, como no lo ves, lo sientes gracias al tacto. Raro, pero agradable. Diferente.
Otra cosa muy distinta a hacerse unos agujeros en las orejas (que tampoco me llama la atención) es perforarse las tetas para incrustar vetetúasaberquémierdas en forma de pendiente.En eso, sà digo que no. ni en ellos ni en ellas. No. No me gusta, no me parece sano, no lo apruebo. Que cada cual haga con su cuerpo lo que quiera, meterse drogas, matar su hÃgado, colgarse de las pelotas, estrellarlo contra un pozo… o ponerse dos pendientes en los pechos. Pero no cambiaré de opinión.
Una vez me dijeron que hasta el chico más feo se convertÃa en el más guapo con un piercing en la ceja, cosa que de un tiempo a esta parte se ha convertido en moda, pero tampoco es una afirmación que apruebe.
Tal vez haga una «Parte 4», sobre tatuajes, que es lo que falta, pero el de John me dejó moribundo, con fuerzas para escribir todo esto, eso sÃ.
PD: No sé si es un buen post, pero fijo que el más largo que jamás haya escrito, por lo que creo que merece un clic en la publi.
Visto en: Gym.
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