Aunque el tÃtulo parezca que aquà comienza un relato ficticio lo cierto es que esto es real. Conozco a un chaval, de mi edad, con el pelo rizadete también, muy majo, que realmente disfruta fregando. El tÃo va, con todo su sex-appeal, unas gotitas de Mistol y ale, a echar unos minutos de relax mientras piensa en sus cosas y chapotea feliz en el agua.
Vamos, que sÃ, que creo que fregar es una acción infravalorada. Últimamente me toca pasar bastantes tardes solo en casa, empollando, y al recoger la cocina hay cosas que, en lugar de meter en el lavavajillas, prefiero lavar a mano. No preguntéis por qué, pero es un momento interesante en el que tus pensamientos y el sonido del frote del estropajo por las cacerolas ayudan a acabar con la dictadura del silencio.
Te fijas en los detalles, como que el friegaplatos Higiene Total lleva el dibujo de la Cruz Roja y el mensaje: 99.9% higiene. ¿Qué pasa, que un 0.1 por cien del contenido ensucia?
La parte negativa es que no es lo mismo limpiar dos cucharas que una olla, las primeras las limpias de pie sin mucho problema, con la segunda te tienes que dejar la espalda agachado por mucho músculo que le eches, eso lleno de agua son muchos kilos. Por suerte una vitrocerámica se pasa la mar de bien.
¡Qué cosas!
Visto en: Siempre que vuelvo a casa, me pillas en la cocina, todo embadurnado de harina…
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