Amigos, amigas, clientes en definitiva, en estos dÃas tan frÃos, calentamiento global aparte (pero que muy aparte), nos resguardamos y nos abrigamos con tal de no perder calorÃas, por eso existe el turrón, tanto 1880 como el que puede anunciar un cocinero famoso para LIDELL y los polvorones, es Navidad. Y mola. Lucecillas. Villancicos. Paseos por parques del brazo de tu pareja que se cubre con una bufanda de lana y darle un besito cuando hace una foto, ciencia ficción para algunos, ficción cientÃfica para los pedantes. Es Navidad.
Pero qué cojones. El grajo está volando la mar de bajo. Eso no nos gusta tanto (a los de estas latitudes, eso que miden los marinos con φ meridianos, al menos) y el mejor remedio es la cama. De veras. ¿Por qué? No lo sé, los de Discovery Channel seguro que están preparando un documental chorrón sobre ello, «Las diez sábanas y colchas más calentitas de América, hoy, en Cama Salvaje». Yo quiero verlo ya. Más que nada para cobrar los royalties, del castellano antiguo, los reales.
Los pijamas no molan. Calzoncillos y una camiseta que pone «Recuerdo de GanÃmedes«, sÃ. ¿Es sexy? Es cómodo, total, lo sexy al final te lo quitas, porque no vas a dormir, o eso tengo entendido. Y la cama suele estar frÃa, en mi caso no suele, siempre está, cosas de la no-pareja. Pensaréis, ¿y este agradable e irresistible locuelo simpático no conoce el invento de Kellogg? Lo conozco. Y lo rechazo. Porque el calor de una manta eléctrica es grotescamente artificial, ¿sà o no?, ¿verdad? Eso digo yo.
En cambio las sábanas que, de inicio están frÃas, repito, van calentándose a un ritmo permisible hasta tal punto y de tal manera que llego a pensar que no hay mejor calor que el que ofrece una sábana calentada por uno mismo. Y sÃ, por uno mismo, porque si está caliente gracias al calor que desprende otro es raro (al menos es raro para mà en este momento de mi vida). La gracia está en dormir, despertarse para ir a mear o a por agua o ponerse a coser, lo que apetezca, y al volver buscar palpando ese rinconcito… «Uhm… ¿por dónde iba? Ahm, aquÃ, uy… sÃ, sÅ» Y roque otra vez. Confort.
Cosa fina, Josefina.
Visto en: La tengo de 150cm. La cama, cerdas.
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