Confieso que no soy nada seguidor de listas de reproducción, listas de canciones (sean del género que sean) o recopilatorios. Tengo claro que se debe a que yo llegué tarde al boom del MP3 y hasta hace muy pocos añitos tiraba de CDs, por eso, entre otras cosas, no entiendo lo de puntuar canciones o saltar alegremente de una a otra ni el modo aleatorio, que mezcla Beethoven con ParchÃs. Siempre he pensado que si los compositores de un álbum han decidido que el orden de las canciones sea ese lo debo respetar, en caso de Pop la cosa cambia ya que suele ser el equipo de producción de la discográfica quien decide eso, para estos asuntos se inventó Swan Song. Por eso es más fácil que yo hable de álbumes y no de temas, vamos que en un iPod caben 7500 canciones de las de ahora y eso no me sirve como unidad de medida, dime cuántos Dark Sides of the Moon me entran y me queda más claro, eso es un estándar ISO seguro.
Al toro, que se hace tarde. Los discos que recopilan canciones veraniegas: Caribe Mix, Disco Estrella y toda la tropa, todos ellos al paredón a la voz de ya. Mejor aún, que estamos en crisis, los atamos entre sà por parejas, los colocamos al borde del puente y disparamos sólo a uno, el otro morirá felizmente ahogado. Soy cruel hasta para liberar fonotecas.
Caribe 2000
Ese disco (que en realidad eran tres o cuatro) lo tuve yo. Me lo regalaron cuando salió, el verano de ese año. Fue el verano de La Bomba de King Ãfrica y la Raja de la falda de Estopa. No recuerdo más canciones de todas las que habÃa, eran malas. Pero un regalo es un regalo.
El formato, los emepetrés con canciones incluidas por defecto
El CD seguÃa siendo el rey del cotarro, Napster estaba a punto de salir (por tanto los MP3 no habÃan llegado al mainstream). Cuando empezaron a popularizarse y vieron que los canis, y en general el objetivo al que va destinado este subproducto, tiraba del formato comprimido se sacaron de la manga unos reproductores que ya incluÃan las canciones, cabÃa el álbum y para de contar, por seguridad habrÃa que grabarlo en el disco duro, aquellos inventos tenÃan pinta de romperse en cosa de minutos. Y ni pensar en formatear eso.
Ahora mismo no sé cómo es el envoltorio, pero supongo que al fiestero de Ibiza a partir de la segunda pastilla le da igual que sea en un bafle de 200W sujeto con cinta de embalar o un equipo Bose más caro que los alerones y neones y tritones y gritones y tal de su Ford Sierra blanco.
Reguetón, más tarta a repartir, menos sabores para elegir
Sin duda el aumento de suramericanos en España le vino de lujo a las distribuidoras, empezaron a descubrirnos estilos nuevo, ritmos sabrosones y otras excusas para meterse mano entre ellos. La peor de todas: el puto reguetón que sólo sirve para dar por el culo. Vamos, me pongo a partir piernas y me quedo sin gasolineros ni niñas de trece años ya desarrolladas que bailan imitando los espasmos de Ian Curtis. Pero vende, me cago en la puta madre que parió al reguetón y todos sus antepasados, pero vende. Con esto, lo que antaño fue cuna de éxitos de un argentino gordito que ahora vive aquà al lado y unos hermanos con un par de discos buenos (en la calidad de mi vecino no me meto) ahora está lleno de minifaldas rosas y bikinis amarillos.
Sobre el papel suena bien (para los tÃos heteros al menos), pero si en el anuncio del disco te dicen que te van a follar como un camión no me dejan otra opción que desenfundar la Jericho con un par de cargadores y reventar cabezas.
Visto en: Cri-quic, ¡bang! Cri-quic, ¡bang!
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