Siempre me he considerado un tipo simpático, difÃcil de alterar, razonablemente ingenioso y también predecible. Lo cierto es que no cuesta mucho hacerme sonreÃr.
Hoy la realidad me ha regalado una de sus bofetadas haciendo que me reencuentre con unos amigos que no veÃa desde hace año y medio, y que han terminado diciendo cómo habÃa cambiado.
Que se me veÃa triste, cansado, y sobre todo, muy serio. Pero yo no era consciente de ello.
Asà que me puse a pensar. Y tenÃan razón. Me puse a recordar los últimos meses de mi vida, y sÃ, he ido perdiendo chispa, gracia… Pero he ganado en arrogancia y orgullo. No, tampoco conocÃa mi lado arrogante, pero lo veo ahora, intrÃnseco en mi vida. Ves que eres más frÃo, más serio, más calmado, que lo que te rodea cada vez te importa menos. Me asusta esa imagen.
Yo no era asÃ, y hasta hace nada la idea que tenÃa de mà mismo era totalmente falsa. Actuando de una manera que no se correspondÃa con lo que supuestamente hacÃa de forma inconsciente.
Estoy cansado, como si tuviese 50 años más de los que se calculan con mi DNI. Pero no me siento maduro, ni siquiera adulto. Me siento cansado, muy cansado, triste, no melancólico ni tampoco intento hacerme el interesante como antes, no, me siento triste. Y no encuentro respuestas.
A ¿estás bien? respondo Sà por pura inercia. No me paro a pensar cómo estoy, no lo he hecho seriamente en mucho tiempo. Llego a la aterradora sensación de no saber si me conozco.
No sé qué carajo decir, me he sido infiel. Pero ni la más mÃnima mueca se dibuja en mi cara desde hace ya algún tiempo, de haberse mostrado, no sé hasta qué punto era cierta.
Visto en: Youtube.
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