SÃ. SÃ, sÃ, sÃ. Campeones del mundo. Y aún habrá algún grupo de subnormales que con la boca pequeña se pondrá a hablar de las primas y su puta madre. Gilipollas. En tu puta vida has tenido una de estas, disfrútalo. Yo acabo de llegar de celebrar que aún ponemos picas en Flandes, aunque nos siguen recibiendo a hostia limpia (lo de la patada a Xabi Alonso me parece de cadena perpétua, pero ya pasó).
Y nada, al lÃo, que el tÃtulo promete. Estábamos por la calle, vuvuzela en mano, cuando una chica, de entre 25 y 30, nos grita «¡¿Quiénes son los campeones?!» a lo que respondimos, por puro instinto al escuchar ‘campeones’, «¡Ueeeeh…!» y nos enseñó las tetas, que eran generosas, por cierto, e hizo que el ‘ehhh’ se desarrollara en un crescendo. Y se tapó con una mano, y se rió, y nos saludó con la otra mano. HeroÃna.
Yo creÃa que estas cosas sólo pasaban en los conciertos. Asà que me sentà un rockstar de la vida sólo que con una trompeta de plástico en la mano y no una guitarra de tres mil dólares.
Asà que, mi pregunta va para vosotras, los chicos cuando nos alteramos, nos emocionamos o sufrimos cualquier tipo de éxtasis positivo no nos bajamos los pantalones (bueno, no vamos enseñando los huevos por ahÃ), en cambio parece que vosotras, mujeres y por tanto seres incomprensibles para nosotros, vais, y cuando nadie lo espera, pum, pitones al viento esperando que un torero se marque unos pases, recortando la figura en media verónica a la luz de la luna.
Olé.
Visto en: Plaza Zorrilla (el nombre viene que ni pintado).
Deja una respuesta