Hace ya varias semanas recibà un paquete de Amazon y como es habitual en la tienda entre libro y libro te calzan unos panfletos de publicidad que miras por encima sin mucho interés. Hasta que dejan de ser descuentos en cosas que no necesitas para encontrarte esto:
Un sobre de plástico que te anima a enviar tu teléfono al ejército estadounidense. Lo primero que pensé, frÃvolamente, fue: «hay que ver cómo son los de Defensa yanquees, asà ahorran en componentes». Imaginando que querÃan los terminales para aprovechar piezas y ahorrar infraestructura. Pero no, es un gesto de bondad humana e infantil. Lo contaré a mi manera, que posiblemente no sea fiel a los hechos pero me gusta más:
Era una bonita tarde en Massachusetts, los hermanos Bergquist volvÃan de clase sonrientes esperando devorar la rica lasaña de mamá Bergquist. La hermana, de 13 años (y ya acomplejada porque las series de televisión le dicen que no es popular) habla con él, de 12, demasiado pardillo para entrar en el equipo de alevines de fútbol pero no tan listo como para que le hagan un hueco en el de matemáticas. DiscurrÃa su camino a casa cuando oyen algo de que un soldado de su localidad (que mantendremos en secreto para proteger la privacidad de los chamacos) se ha dejado una pasta gansa llamando a casa desde donde estuvo destinado, por supuesto en la versión cinematrográfica ese sitio será Irak sà o sÃ. Y asÃ, el pequeño de los hermanos, que ya se habÃa olvidado de hacer los deberes dijo: «Oye, ¿por qué no le decimos a ese hombre que utilice Skype?», a lo que ella, más avispada respondió, «No, hermano, mejor montamos una ONG que se dedique a recaudar teléfonos para que puedan llamar a casa, y de paso nos sacan en la portada de un libro«.
Visto en: Al abrir la caja y ver la bolsa, sin fijarme en lo que era pensé que servÃa para vomitar dentro, como en los aviones, de verdad.
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