Llevaba mucho tiempo con este post en la cabeza, ya ha llegado la hora de soltarlo todo contra esa gente que llamamos pijos.
Antes de que se me os echéis encima, dependiendo de lo que se entienda por «pijo» yo podrÃa servir de ejemplo, visto unos 501 y aspiro a un Mac, ordenador caracterÃstico de gafapastas, diseñadores (es decir, gafapastas con sueldo elevado) y pijos (usan lentillas y no trabajan). Pero se siente, soy rockero.
Primero hay que desmitificar una cosa, los pijos son del PP, esto es algo que todos dábamos por cierto, pero conozco varios casos que me han salido rana, van de progres y de comunistas de salón, aunque ni si quiera conocen qué es estar en una manifestación y para ellos huelga es sinónimo de borrachera, porque el alcohol lo paga la Visa de papá. Al menos a los conservadores se les pilla pronto.
Bien, a parte, mi mejor amigo es pijo pero se libra de la quema por dos motivos, uno, es tan tremendamente freak que sólo aparenta ser pijo, en sus ratos libres juega al Zelda, piratea Wiis y escucha Aerosmith, y segundo, él moja y yo no.
Bien, ya están afilados los cuchillos, vamos a abrirlos en canal.
En la ciudad donde vivo, también conocida como Valladolid, Pucela o Pincia -topónimo que he descubierto hoy en el trabajo mientras aseguraba estar definiendo unas variables de sesión- se encuentra una de las mayores colonias de pijos, junto con Madrid. Y ver que estoy rodeado de ellos me resulta bastante incómodo.
Hay varias cosas que me repugnan de ellos, una es que se apropian de elementos tÃpicos de otras tribus hasta que la tribu original rechaza identificarse con ese elemento concreto. Como ejemplo, las Converse All Star, zapatillas de deporte que popularizaron en parte AC/DC en los años 70 mientras jugaban a los colegiales Gibson SG en mano, y asà hasta la muerte de Cobain, que se comenta llevaba unas cuando palmó. Pero los amantes de prendas de ropa sin capacidad ignÃfuga de más de 250€ se apoderaron de ellas, las pintaron de rosa, les arracaron todo el misticismo intrÃnseco en el calzado convirtiendo el complemento en «lo más de lo más», hasta que las cambiaron por bailarinas, y ahora el mundo del ballet está en guerra.
Una de las prendas fetiche de los últimos tiempos del mundo de Borja Mari es la cazadora Belstaff. Una marca de prendas de moto que arropó a varios actores y que de la noche a la mañana se ha convertido en pieza imprescindible del armario pijo. Si yo fuese Blade, quemaba la mÃa.
No contentos con eso también quieren quitarnos los locales y los restaurantes, ¿qué hace un chaval vestido de Lacoste en nuestro kebab?
No quiera Dios que descubran la Guinness, por favor.
El nivel de vida de un pijo está por encima del mÃo, me jodo, es asÃ, aquà hay casos en los que si suspenden todas menos una se le regala un BMW nuevo al ilustre señorito -que está en una de letras, todo hay que decirlo-, mientras que a los demás nos toca pagarnos el carnet, es asà de triste. Afortunadamente cuando sea archi-rico podré humillarlo y mearle en la cara a placer sin ningún tipo de estupor.
Aunque como se ha comentado muchas veces hay que distinguir: «No soy pijo, soy rico». Un pijo del montón (Pijus Vulgaris) sabe que el mejor coche del mundo es un Mercedes cualquiera que termine en kompressor o un X5, de la misma forma que un cani (Jonatan Cualquieris) reconoce que el Corsa es la rehostia, neng, para freÃrlo a spoilers y neones. En definitiva, ningunas de las mal desarrolladas mentes de estos tipos me pedirÃa las llaves del DBS o el Camaro ’68 que guardo en el garage, sÃ, con ge.
Lo cierto es que sà hay un punto positivo para este grupo de niñatos con aspiraciones a bufones: ellas. Seamos objetivos, es muy difÃcil encontrar un chica normal, aquà tocarÃa ver qué es lo que cada uno entiende por normal, pero al menos sabemos que si no es una pija gorda cuya mayor aspiración en la vida es parecerse a su amiga guapa diciendo que todos los que le gustan son unos cabrones , que será su friend 4e (corazón) (corazón) y un bolso de Hermes, es seguro que la chica se lave a diario y tenga un mÃnimo gusto que vaya más allá de mezclar rosa con naranja y amarillo -estoy llorando, de verdad-, y ya si está buena y no tiene deje «o sea» hasta le puedo invitar a un Malibú piña, que creo que es lo que bebe la gente que no diferencia una Mahou de una Cruzcampo.
Visto en: 1:23, bonita hora.
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