Autor: ElGekoNegro

  • Empresas con dominio de email gratuito

    Mi reciente encontronazo con el verjado de Apple de esta tarde me ha acordado un tema que tenía en el tintero. Las empresas que no se pagan un dominio de correo electrónico. Suelen ser pequeñas empresas de barrio dedicadas a la pintura, albañilería, carpintería o cosas así.

    Son cutres y tienen dos signos que las identifican, el primero es que su «logo» es un clipart de Microsoft Office. Generalmente el del monigote negro que realiza alguna actividad laboral. Y luego lo que comentaba, en la furgoneta, justo debajo del dibujito (con su sombra y todo) aparece el número de teléfono fijo, el móvil y un correo electrónico gratuito. Un dominio de correo cuesta cuatro perras, no hay excusa económica que valga. adoquines_hermanos_gonzalez@terra.es no vende, pero se lo dieron por contratar el internet de la oficina. Siempre he sido partidario de los del formato: hola@dominio.com. Son más saladosy hacen la comunicación menos fría.

    Pero da igual, hago un esfuerzo por abstraerme de mis prejuicio y subir niveles en mis escamas mentales hasta el punto de entender que un grupo de obreros de barrio ni se plantee pagar 3€ al año por algo así. Pero que venga un supuesto diseñador gráfico a pedir que le miremos su web y me deje una dirección compuesta por su fecha de nacimiento y el nombre Hello Kitty alternando mayúsculas y minúsculas y el dominio de Hotmail no lo perdono. Hay que ser cutre. Aquí si que ni imagen corporativa ni Dios que la fundó.

    Visto en: Y sí, era un tío.

  • 18 minutos y 22 segundos

    Disculpe la demora, por favor, manténgase a la espera y en breves momentos le atenderá uno de nuestros agentes.

    Robot de la tienda de Apple.

    Instantes después llamé a Microsoft (se suponía que ya habían cerrado, ojo) y descolgaron al instante. I’m a Mac, I’m a responsible enterprise.

    Visto en: 900 150 503.

  • Los píxeles del jueves

    Band on the road

    Alambrada

    Flores amarillas

    Pucela industrial

    Seto

    Festival de nebulosa

    3 flores

    Ya no importa ni día, ni formato ni nada. Tal cual vaya haciendo las cuelgo.

    Visto en: Flickr.

  • Paseos por los pisos bajos

    Probablemente el mejor momento del día sea el que dedico a pasear al único miembro de la familia que come en un bol. Es curioso que los humanos no tenemos reparo en decir que meamos o hacemos pipí y que cagamos o hacemos popó, pero en cambio los perritos hacen sus cositas, que es mucho más cursi, pero nos quedamos observando sin pudor como liberan excrementos (y nos miran fijamente mientras tanto). Es extraño.

    Ese paseo suele durar menos de una hora, aunque hoy (después de pasar toda la tarde fuera cámara en mano y, por fin, comerme un burrito) me ha dado tiempo a escuchar enteros un par de discos así que calculo que hora y media, de fondo sonaban los bajos profundos del recital del amigo Bruce. Una temperatura agradable, una brisa deliciosa, nadie por la calle, calma… Me encanta.

    A diferencia de los días laborables, los fines de semana suelo salir más tarde, después de las diez incluso, y así no me encuentro con nadie, total libertad.
    Camino despreocupado, a un ritmo más lento del usual, seguramente debido a que no tengo ninguna prisa en dar la vuelta a todo el barrio. En esta ocasión acompañado del buen pop de Nena Daconte, donde se nota la mano de Carlos Jean. Como costumbre que es, tiene aspectos que han derivado en manías. Me fijo siempre en los pisos bajos.

    Me fascinan los bajos, pero no me veo viviendo en ninguno. Son magníficos para el paseante, sobre todo de noche y en verano. Voy pasito a pasito, susurrando a la Luna la letra de la canción, relajado, y paso al lado de un edificio con ventanas a mi nivel, la imagen dura un segundo escaso, pero es de cine. Los pisos bajos generan fotogramas, te permiten observar un cuadro de la escena y tú debes ponerle un marco.
    He visto cómo un hombre entraba en su cocina con una bandeja, vestía un delantal de plástico con el cuerpo sin cabeza de una chavala en bikini, iba riendo, ajeno a que le estaba viendo a través de su cortina. Juego a qué estará haciendo, qué pasará ahí dentro, ¿una cena entre amigos que concluye con una partida de Cluedo? ¿Su hija les está presentando los padres del novio? ¿Cómo será el novio?
    Después una familia estaba metiendo en su casa las maletas que descargaban del coche, el niño con pantalones cortos y camiseta blanca de tirantes, la hermana en los brazos de papá, dormida… ¿Habrán tenido vacaciones y el lunes otra vez al tajo? ¿Dónde han estado? El niño no parece que se lo haya pasado muy bien.

    Poco después hay una construcción con un diseño que me gusta mucho, tiene ventanas hasta el suelo y permite ver la vida de los que viven en las tres primeras plantas, lo que ven en la tele, discusiones y en el piso superior una celebración al mismo tiempo, son escaparates de la vida de cada uno. Repúblicas independientes de sus casas.

    Más divertido es saber que, al estar solo, hago tonterías, y como dice la canción, «tengo que dejar de hacer estupideces cuando salgo a pasear… uh… uh…». Suelo caminar por encima de los bordillos, con los brazos estirados intentando mantener el equilibrio, rara es la vez que doy más de ocho pasos seguidos sin caer. Silbo mientras hago eso, ajeno al mundo, como un autista. Una tarde estuve jugando a eso y cuando ya llevaba un rato me di la vuelta, detrás mío me seguía un grupo de niños pequeños riéndose divertidos, también sobre el bordillo -y con más arte que yo- . Al lado estaba la madre de uno de ellos (o eso supongo) que me miró con la mirada habladora, «Cada noche rezo para que mi hija no termine con un loco como tú, habrase visto, con los años que tienes que tener, haciendo eso…» Pues 20, señora, 20.

    Por eso prefiero la noche, puedo hacer todas estas tontadas sin sentirme humillado. Bueno, eso pensaba hasta hoy, una planta baja me ha devuelto el golpe con mi misma medicina. Y es que andaba haciendo esto absorto en mi «un pie, ahora el otro, ahora el otro… epa… ahora el otro…» hasta que me tuve que bajar por desequilibrarme, y cerca había una chica (porque siempre que quedo mal o me luzco haciendo mamarrachadas hay una chica), castaña, con una camiseta azul y pecas, delgadita, apoyada en una ventana, a oscuras, con una lata de Kas Naranja en la mano, por lo visto llevaba un rato mirando y se dio cuenta de que ya me había fijado en que me observaba, se produjo ese momento cuasi mágico en el que ninguno va a hablar y el primero que sonríe sin desviar la mirada gana. Así que sonreí, que no me gusta perder, pero perdí. Ella frunció el ceño y su mirada se transformó, de inofensiva indiferencia curiosa a «Mi madre reza todos los días para que yo no termine con gilipollas como tú». Motivo por el que dejé de mirar y me volví a bajar del bordillo, comencé a andar arrastrando los pies, pensando en lo que había hecho y en la cantidad de madres que se preocupan en exceso por sus hijas, todavía sentía en mi nuca los pestañeos de superioridad de la moza.

    Lo curioso es que mi acompañante, que se entretenía con una rama de sauce, bajó la cabeza y se colocó a mi lado, moviendo con desgana sus patas de un palmo de alto, como si aquél trozo de madera también le hubiese repudiado sin decir nada.

    Y es que así somos los tipos duros cuando nadie mira, escuchamos éxitos de la radio y tenemos tendencias intimistas y lelas que nos avergüenzan tanto que sólo se cuentan en blogs.

    Visto en: Zona Sur.

  • Gorillapod chino para DSLR, maravilla

    Este post está retrasado, como los de cierto blog «de humor» o la regla de Penélope Cruz. Hace medio año que prometí publicarlo en chez hugo. Y como promesa que es, aquí me hallo engrosando su número de enlaces entrantes y charlando sobre una joya de menos de 9€, ahora sale un pelín más caro. Los chinos hacen maravillas.

    Por si no leíste el post original y no tienes ni idea de qué es un Gorillapod, tranquila, nena, yo te lo explico. Simplemente un trípode flexible de un tamaño y peso reducido. Quiero decir, no es el típico trípode de estudio (y no quiero chistes con Nacho Vidal) que puedas tener siempre de pie a metro y medio del suelo, es un trípode que te llevas a la calle, lo acoplas/enroscas/apoyas/sujetas ayudándote de lo que encuentres, te aguanta unos minutos para hacer la foto y te vas. Os dejo un ejemplo que no es mío porque si le hago una foto a la cámara encima del trípode me quedo sin cámara con la que hacer una foto a la cámara encima del trípode.

    Trípode con una DSLR

    La duda que teníamos era simplemente si esta cosita de aspecto endeble soporta el peso de una réflex con un teleobjetivo. En mi caso sí, con una Olympus E-510 y un 40-150mm (el peso total no creo que supere los dos kilos), lógicamente si hace vientecillo se puede mover, eso pasa con todos los soportes que no estén bien fijados o clavados. Eso sí, pese a su robustez, si lo fuerzas, las bolitas se separan y te toca rearmarlo. En definitiva, que por ese precio puesto en casa y sin parar en aduanas es más que recomendable aunque tengas una cámara grandota.

    Eso es todo, quería demostrar que soy un hombre y además, de palabra.

    Visto en: eBay.