Autor: ElGekoNegro

  • ¿Y qué hostias pasó con Yéremi?

    Se avecina un cabreo. Para chocar con la ternura anterior.
    Enciendo la tele y veo a Maddie, la dulce e inocente niña británica que desapareció en Portugal, es decir, una noticia internacional.

    Se ha montado un revuelo porque se sospecha de los padres, joder, en todas las desapariciones los padres son sospechosos. Peor da igual, somos gilipollas y nos llevamos las manos a la cabeza por tal aberración humana. Por otra parte, los padres, que de humildes no tienen nada, montan una fundación para sacar pasta y desarrollan una campaña de publicidad junto con un impacto mediático que ya quisieran los de Microsoft, el WOW una puta mierda a su lado.

    Esto consigue que toda España, Portugal y Gran Bretaña arranquen sus informativos con «datos esclarecedores» sobre el caso de la niña, reportajes, asuntos de la vida privada de los padres, familiares…

    No digo que me parezca mal toda la ayudan que reciben, pero joder, desaparecen multitud de chavales a lo largo del año y no se suele montar tal escándalo.

    Y me jode que las primeras noticias que se den sean esas, porque no es lo más importante, ni mucho menos, la economía se va a pique pero aquí no pasa nada, es vital comenzar contando lo que le ha pasado a una familia extranjera. Pues perdona, pero no.
    Si quieres comenzar así, deberías recordar que hay una familia española en la misma situación, miento, mucho más jodida. Sí, pero como son currelas que no pueden dejar de currar para recorrerse el mundo buscando a millonarios que sufraguen su causa, no vende. Y los Gobiernos podrían ayudar, pero están entretenidos con las visitas de los padres británicos. Joder, que ni se han acercado a Canarias para preguntarse cómo va lo de Jeremías Jeremy Yéremi.

    La verdad es que me putea bastante que ni en tu puto país te hagan caso porque no tengas pasta y en cambio consigan preocupar a muchas más naciones con un caso similar sólo porque se pueda pagar.

    Dios, esto me puede.

    ¿Podemos ver cómo los vecinos de los ingleses les regalan tortitas para mostrar su apoyo a la pareja y nadie es capaz de viajar a las Islas Canarias a preguntar cómo se encuentran? Bueno, una pregunta bastante estúpida, la verdad. Es fácil suponer que están destrozados, impotentes porque nadie les hace caso, joder aunque ellos sean los culpables (que sinceramente, lo dudo mucho), aunque ellos hubiesen hecho desaparecer al crío se merecen bastante más notoriedad que los otros, creo yo.

    Al fin al cabo, entre lo que pasa en una familia española y lo que pasa con una británica debería tener mayor mención la española, independientemente de los gastos en publicar fotos de los desaparecidos a tamaño gigante en las puertas traseras de los camiones, o la cantidad de dinero que recaude cada uno. Flipante.

    Visto en: Esto es un país cuarto mundista, hostia.

  • Un beso

    He cogido la foto sin permiso así que… estoy esperando la paliza.

    Visto en: Para ti.

  • Díme cómo te llamas, que soy tonto y no me quedó claro

    Como habréis adivinado por el título voy a volver a jugarme el todo por el todo y confiar en que adivinéis quiénes son los personajes siguientes.

    ¿Por qué? Porque no me apetece escribir mucho y con estas cosas gano tiempo hasta el domingo para colaros una canción y retomar el blog. Ya sabéis, hasta que no se resuelva no sigo, así que puedo estar años sin publicar nada.

    Advierto, no habrá pistas, creo que es más fácil que la edición anterior, y no, tampoco hay premios, pero se aceptan clics en la publicidad como soborno. Ahí van.

     

     

    ACTUALIZACIÓN. Vale, Malkav me ha destrozadoya uno, en un tiempo record. Era Bono.

    ACTUALIZACIÓN. Y llegó Auster y me jodió el invento.  El niño era Kurt Cobain. Dios, qué triste… Mañana a escribir.

    Visto en: Flickr

  • Lo estoy dejando, mi alcohólica historia

    Todo comenzó un abril de 2005, en Roma. Unos días en Italia, sin padres y un escaso control por parte de nuestros profesores. La elegida fue Heineken, no la elegí yo, es lo que había. Me dieron a probar, y aunque en principio no me gustó nada, poco a poco nos fuimos haciendo mejores amigos.
    Lo cierto es que con 16 años casi todos mis amigos bebían, y les llamaba la atención que yo no. La verdad, ni lo había probado, no me llamaba la atención.

    Como ejemplo, nunca he probado el tabaco, ni ganas.

    Siguiendo con la historia, al volver a España y seguir con la cerveza me calificaba de «bebedor». Sí papá, bebo.
    Pasaron de no gustarme nada las discotecas (y ser un ser bastante anti-social) a salir casi cada fin de semana. En principio birra, pero no haces ascos a ningún líquido de aspecto bebible.

    Algo ligero, Malibú-piña, no está mal. Quieres más. «Â¿Qué es eso?» «Ron Cola», no estaba tan mal tampoco. Ni el Vodka Limón, Vodka negro cola, Ginebra Limón… Combinaciones clásicas y asequibles. Menos el vino, todo entraba. Aunque por encima de todo estaba ella, la más deseada de las damas, mi morena favorita, era cara (la importación se paga), pero única.

    Con este relato, cuento, pensamiento o desvarío más no quiero decir que sea un alcohólico, simplemente cómo me inicié en el tema, pero podía pasar un fin de semana sin beber tranquilamente, por suerte, no era una necesidad.

    Sigamos.

    Todo esto tenía unas consecuencias bastante malas, deplorables, y es que me pregunto si tendrá alguna buena. Llegas más tarde a casa, y cada vez en peores condiciones. Tu madre no es tonta, en serio, no lo es. Puede que al principio les de un poco igual, se preocupen lo justo, «ten cuidado», «no bebas mucho», «no hagas el tonto» etc. Lo cierto es que lo pasan mal, no lo digo por la mía, pero un caso me pilla demasiado de cerca.

    ¿Cómo de cerca? Para que os hagáis una idea, nos veíamos todos los días, y de lunes a viernes es una persona de lo más normal. Los viernes por la noche se descontrola. Resultado, un chaval de 18 años en terapia de alcohólicos anónimos y un expediente policial bastante completito. Ha hecho muchas cosas en estado ebrio. Sinceramente, no quiero lo mismo.

    Ahora, dos años y pico después del comienzo de la narración, creo que va siendo hora de dejar de hacer el gilipollas y cuidar un poquito el hígado. Adiós a los botellones (la verdad es que no me han gustado mucho nunca, pero eran baratos), adiós a las copas de mierda alcoholizada que embotellan en ciertos bares (done encima te clavan la leche por ella), adiós a mis llegadas «felices» a casa… Adiós al alcohol en sí.

    Vale, me conozco, y sé que no puedo dejarlo tan fácilmente. Pero en lo que va de semana he pisado el freno y se nota, económicamente al menos. Os recuerdo que aquí estamos en fiestas. Aún así, sé que no podré dejarlo del todo, ¿por qué? Porque no quiero, la cerveza sigue ahí, en una cantidad mucho menor, pero está. Como muestra, hoy acabamos de conseguir unos magníficos vasos de Paulaner a base de beber un poco. Poco, lo justo. Son las 4 de la madrugada y me apetecía contaros esta historia.

    Sinceramente, creo que he hecho bien cruzando el umbral de esta puerta, que no me apetece reabrir.

    Visto en: Hoy sí, sin ningún complejo, la neurona que orgullosamente sobrevivió al alcohol.