Creo (creo) que estoy en un momento realmente crucial de mi vida. Me he dado cuenta casi de repente. A ver, 22 años, no sé si han subido las ciegas pero tengo la sensación de que es el momento de empezar a apostar a lo grande, contando aún con el inestimable colchón de papá y mamá en caso de que me peque la hostia (metafórica, la que me pegué el viernes delante de un todoterreno fue literal). Y digo que es un momento crucial porque comienzo a ver vÃas peligrosas que, de seguirlas, me ataran a un estilo de vida que, dentro de su bondad y garantÃas que ofrece, no me apetece adoptar.
Sabéis de sobra que tiendo a ver la vida y mi entorno de manera diferente según me dé la vena. Salta un resorte y se activa el interruptor, ahora sÃ, ahora no. Sin embargo también sabéis, muy bien, además, que hay una serie de metas que quiero conseguir. Amaestrar zarigüeyas para que asalten joyerÃas y algún que otro Carrefour Express, por ejemplo. Pues, como decÃa, va siendo hora de coger carrerilla de verdad para realizar alguno de esos saltos.
El tema que me ha rebotado es que, este mediodÃa, comiendo junto con una compañera de trabajo en El Corte Inglés de Constitución (que, de los dos que hay en Valladolid, es el que menos cosas tiene pero el más coqueto y el edificio que mejores vistas ofrece de la triste ciudad), hemos oÃdo una conversación tÃpica y tópica entre padre e hijo donde el hijo no hablaba, se limitaba a ser el receptor de los mensajes que, por supuesto eran del tipo, «No, mira, tú lo que tienes que hacer es estudiar mucho, sacar muy buenas notas y luego empezar y terminar una carrera, eso es lo que tienes que hacer». Y nos lo han dicho a todos. Y todos hemos dicho que sÃ, por inercia. Y me parece un error. La compañera, que ha vivido bastante fuera de España, se unió a mi cabreo y risa a sabiendas de que ambos estábamos a un tris de coger a ese niño y decirle que, realmente, no es asÃ. Me explico.
No sé a santo de qué en este bonito, precioso y a la vez podrido paÃs se entiende que después de que te den el tÃtulo de tu universidad va a ser todo un pasillo, una recta, llegas a meta y una empresa solvente te está esperando con un contrato en una mano y una pluma en la otra. Bueno, lo sé, hasta hace relativamente poco esto era asÃ. ¿Por qué? Porque la universidad era algo exclusivo, y lo digo sin prejuicios (ni paños calientes) de donde se entendÃa que alguien que hubiera acabado una carrera era alguien realmente preparado e interesado en ejercer como un profesional acorde a esa carrera. Luego lees que en España hay miles de jóvenes «sobradamente preparados» cobrando miserias cuando lo que realmente deberÃan escribir es que hay miles de jóvenes que llegaron al final de ese túnel, acabaron la carrera pensando que con ello ya serÃan «alguien», en lugar de ser avisados de que serÃa entonces cuando deberÃan empezar a moverse y a buscar un fin. Realmente eso es una carrera universitaria, un medio, no un fin.
Voy a ser directo, el sistema está muy mal planteado, al menos lo relacionado con tecnologÃas de la información, que es lo que más conozco. No me quiero explayar intentando validar mis opciones para enmendarlo, pero quiero que intentéis verlo de la misma manera. Una persona que dice querer hacer una carrera para poder trabajar debe plantarse y frenar en seco antes de matricularse en nada. Nada. Porque ciertamente hay crisis, pero Infojobs sigue enviando correos. Por supuesto que se realizan menos contratos, pero eso está ayudando a que ahora se contrata mejor, se buscan más agujas en los pajares, ahora afloran los que son de la parte de arriba del montón. No los buenos, que de esos aquà creo que no hay ninguno debido a cómo está enfocado el sistema educativo. Me parece triste e insultante que seas ingeniero (o no consigas serlo) porque te hayan hecho una foto con corbata rodeado del busto de tus compañeros. Comprendo, entiendo y comparto que en otros ámbitos cuyos pilares no se están removiendo (de remover, no de quitar, que con los barbarismos la gente se lÃa) constantemente el sistema realmente funciona, dentro de un orden. Quiero decir, un abogado, para ser abogado, ha de memorizar un montón de chorradas que consultará casi a diario cuando le den el papelito, y un médico, que es una persona que juega con la vida de otra tanto como alguien que salga de un FP de sanidad, debe someterse a exámenes y pruebas durante toda la carrera y ejercer únicamente cuando un tribunal lo considere adecuado. Pero en el mundo de bytes y pajaritas esto no deberÃa ser asÃ, ejemplos cercanos en el tiempo hay muchos, Bill Gates, Steve Jobs o «el tÃo de Facebook» que tan de moda se ha puesto con la buena pelÃcula que han estrenado. No terminaron la carrera, el idolatrado Jobs pasó con cierto interés por un curso de caligrafÃa nada más.
No me refiero en absoluto a que sea lo normal. Me refiero a que… bueno, hay gente que lee esto desde que aún estaba en bachiller. Estudio y trabajo desde primero de carrera. Desde un primer momento me llamaron loco por saltarme el orden establecido, el convenio, acabar la carrera y luego ya «mirar a ver si hay algo». Gente que no se mueve, que están con 30 años paseándose por discotecas y bibliotecas. No quiero ofender a nadie ni generalizar, son de la vieja escuela, nada más. Tengo asignaturas de tercero y trabajo nuevo horas al dÃa excepto los viernes, que son un puñadito menos. No me arrepiento, es más, desde primero de carrera supe que me serÃa de gran ayuda empezar a meter el hocico en el mundo de verdad y afrontando problemas de verdad, no supuestos. Y no quiero ser malo, pero el otro dÃa vino un chico, Ingeniero Superior, que no daba pie con bola, que se habÃa creÃdo el cuento que le contaron en el cole y que de repente se encontraba en la jungla. El jefe de proyecto dedicó más tiempo que con nadie a explicarle cuatro mierdas que él negaba porque según habÃa estudiado él aquello no era asÃ, hasta que lo experimentó. Y sinceramente, yo, que me veo el más enano de todos ellos, me sentà gigante.
Sin embargo, maldita titulitis, me veo en la tesitura de apretar todas las tuercas para acabar la carrera y quitarme el peso de encima. Soltar suficiente lastre como para… hop, llegar a la siguiente casilla. Este sentimiento me hunde porque, confieso que a la carrera le he dado una importancia relativa desde el primer momento y no sé si en algún lugar del pasado ha llegado a ser mi mayor prioridad. No asà algunas de sus asignaturas que me gustaban, me gustan, me apasionaban y me apasionan. Pero, asà como habÃa gente a mi alrededor a quien se le notaba, yo no estaba allà por un papel. No le veo sentido.
Cuando lo haga respiraré, no tanto por el puto tÃtulo ni por el hecho de haber acabado la carrera (que, no os voy a mentir, lo celebraré porque será un alivio y un logro) sino porque será el comienzo oficial de mi vida según debÃa haber sido -extraoficialmente comenzó hace tiempo-. Y eso ayudará, espero, a alcanzar nuevas metas a las que ya me quiero acercar sin siquiera tenerlo.
Visto en: Planes.
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