Aunque me parece que fuese hace tres dÃas y dos noches ya ha pasado más de medio año desde que empecé en esto de la fotografÃa réflex. Como siempre, sobra decir que no soy ningún entendido, sólo un aficionado y que ésto no es un tutorial o algo que seguir a rajatabla, nada más que mi experiencia y lo positivo y lo negativo del corto pero satisfactorio viaje fotográfico.
Bueno, unos números para abrir boca, desde el 24 de enero hasta hoy he capturado un total de 3271 momentos con la Olympus E-510 (cariñosamente «la Oly»), es un número como para poder tener derecho a decir algo, ¿no?
Algo más de un tercio de esas fotos las hice en una semana, de viaje hice unas 180-230 tomas al dÃa, y creo que fue donde más me dà cuenta de lo que significaba jugar a ser fotógrafo con una cámara de este estilo. Me acostumbré a varias cosas importantes, cargar con el equipo casi de continuo (llevarlo durante 8 horas al dÃa termina molestando un poco aunque te ahorres trÃpode), tener la cámara preparada en casi todo momento y buscar un rincón donde puedas cambiar baterÃa, objetivo, parasol etc con la mayor limpieza posible (y el menor tiempo, claro).
La negación y dudas.
Al tiempo, a los tres meses, cuando ya se habÃa pasado la ilusión de la cámara y tenÃa bastantes cosas asumidas, en aquél viaja dado que Ãbamos de aquà para allá casi continuamente me limitaba a dejar el enfoque en automático y modificar por mi cuenta los parámetros básicos (apertura, ISO y exposición), exactamente lo mismo que hacÃa con la Sony compacta. Esta actitud me llevó a preguntarme durante un tiempo que si hacÃa lo mismo que con la anterior cámara o me limitaba a dejar el resto de parámetros en modo automático, estaba utilizando la réflex a medio gas, o incluso menos, la desaprovechaba. La duda lógica era si éste tipo de fotografÃa era para mà o es que sólo me habÃa encaprichado de la Oly. En resumidas cuentas, sabÃa que debÃa darle más caña y tirar de manual (recomiendo tener los manuales tanto en papel -vienen con las cámaras- como en PDF, descargables de las páginas de los fabricantes, puede asaltarte la duda viendo una foto por ahà en internet y no apetecerte levantarte a buscar el libreto, de nada.  Poco después las dudas y el miedo a estar desaprovechando la cámara se disiparon.
Sentirse fotógrafo.
Esto es algo que me encanta. Cuando utilizaba la compacta ya me sentÃa inferior cada vez que alguien sacaba «un camarón de tres pares de…». Es decir, siempre veÃas al tÃpico turista de sandalias y calcetines hasta las rodillas con su pantalón corto y su polo verde sacando fotos con un teleobjetivo del copón, vamos, los tÃos somos asÃ, él la tenÃa más grande. Ahora soy yo el que se coloca el tele con parasol y se hace llamar Señor N. Vidal.
No, fuera de coñas, cuando fui al Salón del Cómic de aquà me preguntaron al llegar -iba con la mochila y con la correa de la cámara enrollada en la mano- si les podÃa enseñar mi acreditación. Es decir, pensaban que iba de algún periódico, lógicamente no soy ningún reportero gráfico, simplemente un visitante más, me explicaron que esperaban a un chaval de El Norte y al verme preparado pensaron que aquél era yo. Es una simple anécdota, pero sirve para explicar hasta dónde puede cambiar la imagen de alguien de cara al resto sólo por llevar una cámara más grande.
Ésto, a parte de subirte el ego, hace que te lo creas, y yo entonces lo necesitaba, necesitaba pensar que podrÃa serlo, que no habÃa tirado más de mil euros a la basura y que fuese como fuese tenÃa que sacar rendimiento de aquello. Te hace sentir fotógrafo, sÃ, un aficionado novel, pero no un aficionado novel con sensación de haber metido la pata.
Compenetrarse con la máquina y comprenderla.
Con fuerza de voluntad (y paciencia) fui practicando y memorizando todo lo que la cámara podÃa hacer por mÃ. Empecé a intentar comprenderla, algo que antes ni me habÃa planteado. Para ello lo primero que hice fue volver a por la compacta, a ver qué no me ofrecÃa aquella para poder buscarlo en la Oly, fue un momento extraño, ya me habÃa olvidado hasta de cómo cogerla, de cómo generaba muchÃsimo ruido, de lo lenta que era disparando, y, sobre todo, de que prácticamente ella se controlaba sola. Un punto para la réflex.
Poquito a poquito, piano, piano, suave, suave… me hice con ella. Lo peor es que cuando conseguà domarla lo suficiente me metà en exámenes (todavÃa sigo), asà que ya casi no salgo a hacer fotos y casi todos los experimentos los hago en casa, gracias a Los pÃxeles del jueves, que se ha convertido en una sana obligación que consigue no oxidarme en esto y me mantiene activo, aunque luego las fotos hechas a última hora tengan una calidad difÃcil de encontrar. Ya os podéis imaginar que a estas alturas ya no hay ningún miedo a explorar sus menús y cambiar los valores.
Los primeros frutos.
A parte de las fotos de chiripa que terminan quedando genial, el mejor método que he encontrado para realizar una buena captura es disparar muchas veces, aprovechen que es gratis, ¿quieres una foto del campanario? no hagas una, tira diez de cada lado. Por pura casuÃstica, a mayor número de fotos, mayor posibilidades de que alguna sea buena. Pero mejor al contrario, rétate, intenta que el resultado te convenza con una sola de cada lado, ahà es donde te toca demostrar lo que sabes, y es un juego que me gusta. Haz unas pruebas para controlar la luz y el resto, a ver si en una foto terminas con el resultado esperado, simplemente: haz «la foto». Es un juego difÃcil que te obligará a pensar cómo utilizar la cámara y el entorno para quedar satisfecho, muy recomendable para los aficionados.
Llevaba ya un tiempo con esta idea cuando me dà cuenta de que empezaba a ser productivo, a dejar de decir: «voy a hacer unas fotos a esto a ver cómo sale» y comenzar a pensar: «quiero una foto que quede asÃ, y tengo que saber hacerla». El resultado del esfuerzo siempre es catártico, por fin mi árbol de lentes comenzaba a dar frutos o al menos a asemejarse a la idea original.
Bien.
Ahora hay cosas sin las que no concebirÃa la fotografÃa, el enfoque manual (realmente es un gustazo poder centrar la atención donde quieres sin confiar en lo que la cámara entiende),  patrones de colores para depende qué situaciones o exposiciones de varios minutos -ojo con dejarlo mucho tiempo pues el sensor se calienta demasié y ya sabemos cómo afecta el calor a la electrónica-. Ahora me siento muy cómodo.
No me queda mucho más que decir, para los no interesados en el tema ha debido ser un coñazo, aunque si has llegado hasta aquà es porque algo te gusta. Sólo recomendar utilizar la máxima calidad posible (de momento no he disparado en RAW) pero he notado un gran cambio entre HQ (la que utilizaba en el primer post) y SuperHQ. Por otra parte, no creo que haya una continuación pues el punto en que estoy (pese a que me queda un mundo por conocer) me parece idóneo para parar, lo que queda es más técnico y no creo que interese a muchos. Un último apunte, en lo que a tiempo se refiere, estoy a un año de mis mejores fotos, siendo Rain y Sólo puede quedar uno mis favoritas todavÃa.
Visto en: De nuevo, espero haber servido de algo.
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