• Oe, oe, oh

    Oe, oe, oh.
    Oe, oe, oh.
    Oe, oe, oh.
    Ah, ah, ah.
    Ah, ah… ah, ah.
    Oe, oe, oe, oe, oe… oa.

    Visto en: 32º.

  • Mariposas y huracanes

    Recientemente he vivido, desde fuera, dos situaciones de lo más desagradables. De las que te hacen pensar «Putos humanos…». Padres que obligan a sus hijos a ser los mejores. A ser los mejores en un deporte, a buscar ese sobreesfuerzo continuo que culmine con la extenuación. Agotamiento supino cuya recompensa es dejar lo que se esté haciendo. Yo no creo que fuese el mejor padre del mundo, pero es que superar ciertos casos está chupado.

    Cada vez con mayor frecuencia vemos cómo algún español es el más joven en algo o destaca por sus cualidades físicas y todavía tiene toda una carrera por delante. Así tenemos a Rafa Nadal, Ferando Alonso, Andrés Iniesta, Ricky Rubio o Íker Casillas y Pau Gasol cuando despuntaron. Los padres, que abandonaron buscar fortuna por la vía musical (como con Raulito o Melody) ven en estas portadas del Marca un espejo en el que reflejar a sus retoños. Algo que empieza como un juego y que termina yéndose de las manos.

    Your hard times are ahead

    El primer caso era sobre un crío de unos 7 años haciendo flexiones, solo, en medio de un parque, con un balón al lado. Mi instinto fue de acercarme por si se había caído y no se podía levantar o cualquier cosa. Y cuando fui a ver qué pasaba gritó «¡…y treinta!» salió corriendo, dio la vuelta a un par de árboles y al llegar a donde se encontraba quien creo que era su padre le preguntó si ya podía descansar a lo que el hombre contestó si estaba de broma, todavía le quedaba por sudar, literalmente. Así que cogió el balón y le puso a lanzar tiros frente un muro intentando que acertase en un punto. Cada vez que fallaba, un par de flexiones. Suerte del destino uno de los rebotes del balón dio a parar con las patatas de mi cánido (que por tamaño es incapaz de morder algo tan grande, aunque lo intente), cogí la pelota y me acerqué al chaval. Le dije, lo suficientemente alto como para que me oyese el hombre, que parecía muy cansado y que parase o le iba a dar un «chungo».  El chico me dijo que sí, pero el jefe respondió por él, «Nada, nada. Este crío lo aguanta todo» y sonrió como si estuviese hablando del tóner de un plóter industrial. Viendo que yo no tenía nada más que hacer allí solté la pelota y confié en que esa persona pusiera el mismo empeño en que el niño aprendiera a calcular el área encerrada entre dos funciones llegado el momento.

    Best, you’ve got to be the best

    La siguiente vez fue similar, otra vez padre e hijo. En esta ocasión en bicicleta. El chaval era más pequeño que el anterior, unos 4 años. Yo con esa edad ni siquiera sabía montar en bici sin ruedines. Han abierto un parque cercano aquí detrás y hace cuesta bajando hasta la orilla del Pisuerga, al estar asfaltado y cortado al tráfico se hace idóneo para aprender a montar en bicicleta, patines y cosas así. Pero este hombre, que iba a toda velocidad, ¡estaba compitiendo con su hijo! Un hombre, de unos cuarenta y pocos, totalmente equipado con su casco, maillot, culotte y demás, contra el chaval, que también venía con el full-equip. No hacían más que dar vueltas al parque subiendo y bajando cuestas y el niño, que no podía seguir el ritmo, gritaba «Papá, papá, no puedo más» y el hijo de perra calvo no tiene otra cosa que decir que «Si me ganas paramos». Yo me quedé en un estado de flipación relativa porque ya iba escaldado por el caso anterior. Y no me quise meter. Tal cual había venido me piraba, «Que se encarguen los de asuntos sociales». Y en mi última mirada a la pareja veo que el niño gana terreno al petardo, que se había relajado o se había despistado, y al percatarse de que el futuro Induráin estaba pisándole los talones y a punto de sobrepasarlo empezó a pedalear como si le fuese la puta vida en ello, con un desprecio hacia el chaval enorme. Las prisas, que son malas, hicieron que se precipitara y rodase por una zona con algo de tierra y la rueda (de estas finas que sólo ponen en bicis de competición y en algunas de paseo) le resbalara y se cayera. El niño gana y mi conciencia se limpia con excesiva rapidez.

    El abuso de una persona sobre otra ya merece un rechazo pleno. Pero el abuso de una persona sobre otra más pequeña, menos experimentada y a fin de cuentas más manipulable que el electorado de los jubilados es vomitivo. Joder, que mi pensión depende de esas personitas.

    Visto en: Absolution y HAARP.

  • Preparar un Cola Cao frío sin Baticao

    Cuando yo era un niño (por lo que vosotros ya debíais ser, al menos, jóvenes) cada verano los Cola Cao grandes albergaban una invento que siempre servía para lo mismo, pero que cada año lo hacía de forma diferente; batir el desayuno sin cucharilla. Un aparato que podía ir a pilas o que funcionaba más o menos bien con un tornillo sin fin que movía unas aspas dentro del recipiente (que, dependiendo de la versión venía en el kit o no). Y esto era así, de toda la vida de Dios, hasta que sin darme cuenta, cambiaron esos juguetitos veraniegos por balones pintados con la cara de Nadal.

    Esta aparente chorrada de trasto que todos conocíamos como la baticao era realmente útil para hacerte un Cola Cao frío. La leche caliente facilita la mezcla de los polvos (mira, polvo y leche en una misma frase sin referencias sexuales, anota). Pero si está fría olvídate, adiós a la agitación de las partículas.
    Hace unos días (siendo yo joven, vosotros ya andaréis alcanzando la completa madurez, carrozas) me propuse beberme un Cola Cao frío. Pero en mi casa no quedan Baticaos ni nada parecido por lo que me vi forzado a hacer girar esa cucharilla con brío como si (aquí viene la referencia cerda) quisiera masturbar el contenido de ese vaso intentando no salpicar mucho con el liquidillo blanco.

    Y no se puede. Desastre total que acabó con un trago del tirón sin importarme cómo supiese. Total, ya sabéis que he bebido cosas peores.
    A ver si vuelven a regalar esas joyas de la ingeniería.

    Visto en: Si eras o eres de Nesquik… Madura, por favor.

  • El «pack»

    Piso en Dublín, Dame St. Rollo Brooklyn.

    Trabajo en Dublín, Google. Oficinas de Google Europa.

    Chica, que en este momento puede ser cualquiera

    Por supuesto, puede sufrir variaciones en el contenido.

    Visto en: Lechera’s Tale.

  • Cuentakilómetros

    And our way is on the road again.
    Just can’t wait to get on the road again.
    The life I love is makin’ music with my friends.

    On The Road Again, Willie Nelson.

    Visto en: Guitar Hero World Tour.