• Colaborando dificultosamente con el reciclaje

    La rendija por donde introducir Papel y cartón, ¿por qué es tan ridículamente pequeña? ¿Todavía queda gente que se dedique a robarlo para malvenderlo? ¿Siguen siendo los niños brasileños que esnifaban pegamento? ¿O de estos últimos tampoco quedan?

    Echar cuatro periódicos y folletos publicitarios se convierte en una embarazosa aventura. Ya lo podían agrandar, que parece que toque desvirgar al contenedor cada dos minutos, y en este no van los plásticos.

    Visto en: Doblar la esquina.

  • Soy el peor católico en tres buhardillas a la redonda

    El título ya afirma que me considero católico, pero esto no es así, no del todo. No tengo una opinión demasiado clara acerca de mi religión. Me bautizaron, a los 7 años tomé la primera comunión (por los regalos) y a los 16 me confirmé (porque a mi hermana le daba palo ir sola). Pero nunca me había molestado, no le daba importancia. Tal vez por estar desde los 8 en colegios de curas terminé aborreciendo todo esto. Pero aún así, no he escogido ninguna de las dos opciones, ser religioso o no, ya no digo practicante, solamente creer o no creer en Dios.

    Soy cristiano cuando me conviene, y eso me debe convertir en el peor del mundo. Me acuerdo del Señor cuando las cosas se ponen realmente feas, pero cuando todo va viento en popa prefiero achacárselo a una ficticia buena suerte o a la recompensa de mi esfuerzo, quitando méritos a divinidades. Algo ciertamente egoísta desde un punto de vista cristiano, y algo bochornoso para un no cristiano, ya que culpo a un dios en quien no creo de mis males. Pero no quiero entrar al trapo de si Dios es una entidad a la que culpar porque no lleva las riendas de mi destino, de eso estoy seguro, mi destino me lo curro cada día… y desde hace dos meses, cada tarde y cada noche también. No quiero que se apunte estos tantos.

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  • ¿Serán los robots con sentimientos más fáciles de hackear(nos)?

    Veréis, no soy ningún experto en robótica, mis conocimientos de ingeniería y electrónica dejan bastante que desear, así que es posible que lo que suelte a partir de aquí no sean más que un gran conjunto de chorradas futuribles de ciencia-ficción.

    Hace unos años un amigo y yo quisimos hacer un robot, pero no sabíamos ni por donde empezar ni qué queríamos que el bichejo hiciese, cuando empiezas a programar sabes que lo que hagas, ha de tener un fin. Hacer un programa que haga… Pues con los robots igual.

    Ahora que los autómatas humanoides empiezan a no llamarnos tanto la atención, que los empezamos a asimilar fuera de películas del tipo Terminator, me cuestiono su fiabilidad.

    Un autómata es una máquina diseñada para facilitar la vida a los humanos pero que requiere de la interacción de éstos, supuestamente un buen robot debería poder escoger, elegir qué acciones hacer en base a lo que esté programado y sus circunstancias. Kevin Mitnick nos enseñó que la forma más rápida y eficaz de obtener cualquier dato (en su caso, hackear) era preguntando por ese dato en persona. Porque una persona es más vulnerable que una máquina y cualquiera que tenga una palabrería ligera o sepa manejar los sentimientos de alguien podrá franquear la razón de éste último y aprovecharse de esta vulnerabilidad, un bug de carne y hueso, vaya. Todos hemos oído hablar de la ingeniería social, ¿no? Bueno, tal vez alguno se escape. Es que es un tema que siempre me ha apasionado.

    A raíz de los avances en robótica (y dando por hecho que se cumplirán las tres leyes ficticias y que no serán expuestos a males lógicos como virus, troyanos, gusanos, etc) es fácil pensar que otorgar emociones a una máquina podría ayudar a los humanos, algo así como Tele-amigos (o Twitter), no tengo con quién hablar, pues me compro una Chobit.
    Bueno, según la primera ley un robot nunca deberá dañar a un humano. Yo esto lo entiendo como algo físico, no moral, es decir, que su brazo con lanzallamas no se dispare jamás contra una abuelita cruzando la calle.Teniendo claro que lo que nos impulsa a hacer algo grandioso, romántico, crítico o totalmente estúpido en la mayoría de los casos son las emociones -ya que los humanos no estamos programados, disponemos de libre albedrío a no ser que Matrix diga lo contrario- también un robot podría.
    Y como tal, un humanoide con sentimientos sería (recordemos los primeros párrafos) una máquina vulnerable. Por la misma regla, un robot suficientemente bien programado podría utilizar esas emociones para vulnerar a un humano y «hackearlo». Sí, resulta estúpido. Pero lo veo factible. No quiero decir que ahora mismo, que apenas pueden subir unos peldaños, podamos hacerlos llorar o que, al contrario, ellos nos hagan llorar a nosotros, o terminemos enamorándonos de sus circuitos, pero ¿y si un bandido al Bender style no está tan lejos?

    Visto en: Paranoic bot.

  • La paradoja de la cerradura de dos vueltas

    La puerta de mi casa tiene una cerradura de dos vueltas. Esto es, cuando abres o cierras tienes que girar la llave dos vueltas completas. Me pregunto, ¿para qué?

    A ver, se supone que se dobla el recorrido del pestillo, pero si la quieren echar abajo a golpes lo van a hacer igual, y se supone que si algún experto en reventar cajas fuertes y abrir este tipo de cosas es capaz de moverlo una sola vuelta, la segunda no le costará nada. Entonces, ¿qué sentido tiene el segundo giro? ¿Algún ladrón de guante blanco entre los presentes?

    Visto en: Clic, clic.