Apuesto a que alguno de mis lectores más anciano -es probable que más lectoras que lectores- se acuerdan de una entrada de la que me siento muy satisfecho acerca de un personaje que vi en el gimnasio, cuando iba al gimnasio.
El hombre tenÃa de todo, sólo hay que leer la descripción, pero dejé para algún momento posterior hablar sobre su tatuaje, y claro está, mis ideas sobre tal tema.
El dibujo de aquél señor, ejem, señor… El dibujo de aquél, era la cara a tamaño A3 de John Locke de forma que ocupaba toda su rolliza espalda, y una frase con referencias sexuales hacia su persona y su alopecia.
A pesar de lo desconcertante que pueda ser, si el tipo es un freak de Perdidos y adora al personaje, tampoco se le puede culpar por ningún delito, se desnudó en un sitio pensado para ello.
Ahora, mis enfrentamientos neuronales acerca de los tatuajes. No me terminan de gustar, pero puede que algún dÃa me haga uno.
Un tatuaje es algo que vas a llevar siempre, aunque luego puedan intentarse eliminar o modificar, siempre estará contigo, igual que un antojo, peca, lunar o si tienes un dedo de más en el pie. Sólo que en lugar de ser un capricho de la naturaleza, el resultado de exponerte a energÃa nuclear, un accidente con una sierra o cualquier otra cosa fortuita, aquà eres tú quien decide si marcarse o no. Quiero decir, hay que tener algo muy, muy claro como para saber que te va a complacer desde el primer pinchazo hasta que te tomen las medidas para un cajón de madera. Y eso, tan sencillo como es, se escapa de la mente de bastantes.
Lo primero que me viene a la cabeza son las chicas que deciden ponerse unas gilipolleces informes encima del trasero para que no sólo les mires el tanga cuando se montan en la scooter del cani de su novio. Cuando llegue a los 50 y haya parido a 3 hijos sin epidural no creo que le haga mucha gracia el haberse inyectado tinta, no haber tenido anestesia, verse arrugada, y como hace 30, sin haberse visto el dibujo de su trasero en vivo.
Yo, como clásico que soy, también asocio los tatuajes a los marineros y piratas, que de tanto recorrer los males tienen los brazos y piernas llenos de cicatrices y dibujos de sirenas. Aunque ahora como bucaneros al servicio del imperio británico no hay, y los que quedan son africanos o tailandeses armados con rifles semiautomáticos, pues pierde toda la magia. Asà que deshecho la idea de las anclas en los brazos cual Popeye el Marino.
Los que tampoco me gustan nada son los de los futbolistas, los de letras chinas o árabes en los brazos, o caractéres cirÃlicos por la espalda. Pero bueno, como en el caso del coco, tampoco hacen ningún mal.
El tatuaje que me harÃa
Ciertamente, hay sólo un diseño, una idea si preferÃs, que conseguirÃa hacerme aparecer en el reality Miami Ink, serÃa pequeño, en el antebrazo izquierdo, de unos 10cm de largo y 2 ó 3 de alto, todo en negro. TendrÃa un sentido realmente especial y sé que de él no me arrepentirÃa nunca, es discreto y elegante.
Ya he comentado cientos de veces que me gustarÃa pasar una larga temporada fuera de España, fuera de casa, en DublÃn o San Francisco, y aunque no sea el tipo más familiar del mundo, seguramente terminase echando de menos a la gente de aquÃ. Es posible que en un momento dado, hasta a una sola persona en concreto, ahora mismo no estoy preparado, pero de aquà a unos años… Asà que lo que habrÃa en ese tatuaje serÃa la frase: Wish you were here, con la segunda mitad de ella en llamas, como recuerda la portada. Recordando que los viejos rockeros nunca mueren, no me importa verme con 90 años y con ese rastro de tinta dentro de mÃ.
Siento que haya sido tan largo, pero últimamente escribo poco, asà que lo concentro todo asÃ. Y efectivamente, comparar la entrada de las tres primeras partes y esta hace que se me caiga la cara de vergüenza, pero qué le voy a hacer.
Visto en: Pigmentos vegetales.