¡BIBA!
Visto en: Petite Princesse: Serie refranero.
¡BIBA!
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Bien, pues aquà viene uno de esos post de nene grande sobre gustazos que tanto me va escribir últimamente. Lo tenÃa en mente desde hace semanas, pero claro, no era plan hablar de pagarme el carnet cuando ni siquiera lo habÃa terminado. Una vez finiquitado el asunto, pues lo suelto, y mañana ya publicaré otra cosa, que también está en mente.
Como dije, es fácil que alguno me eche en cara lo ñajo que soy porque siempre hay algún lector que me lleva ventaja: vive solo, todas sus necesidades las suple por sà mismo, es autosuficiente, un sex-machine etc, etc. Pero yo no (ahora). En definitiva, que me encanta la sensación, victoriosa, satisfactoria, de pagarme las cosas por mi cuenta, con mi dinero, sin dar explicaciones y, también, cómo se va la pasta.
Todos los caprichos que me doy, desde hace ya unos años, los he pagado yo. En ocasiones en contra de lo que mis propios padres querÃan, que estaban esperando que les pidiese ayuda para lo del B, pero por suerte se han quedado con las ganas. Creo que se deberÃan sentir orgullosos pero hay temas de los que no hablo mucho con ellos. Cosas de vivir en pisos diferentes y comer a horas distintas, supongo. La cuestión es que hay mucha gente que me pregunta ¿y por qué no te lo pagan tus padres? Sea lo del coche, la matrÃcula de la universidad o un adaptador OM-4/3 para la cámara. Algo que, sin duda, serÃa mucho más cómodo. La respuesta es simple, me siento mejor asÃ. Una plácida y falsa sensación de independencia y autogestión.
Mañana me pasaré por el mostrador de la bolsa de empleo a ver si me meten en algún lado, again. Que con esto de no dar clases prácticas con aquél Ford Focus noto las tardes perdidas, y sólo han pasado un par de dÃas.
Y ya está, hasta aquà el sermón de hoy, si queréis polemizar los comentarios están abiertos. Y si no, volved pronto, gandules.
Visto en: Think I’ll buy me a football team.
Visto en: ¡Sube, que te llevo!
Ya comienzan a llegar los catálogos de juguetes de los hipermercados, como siempre el que más se luce es el de El Corte Inglés y su franquicia Hipercor. Una de las secciones que más suele llamarme la atención es la de los juegos de mesa, cada vez hay más y muy diferentes entre sÃ, pese a que permanecen los clásicos cada año aumenta esta curiosa familia con reinvenciones del género que todos saben que no irán a ningún lado.
La cuestión es que pese a notar una atracción nada fÃsica hacia este entretenimiento no han solido ser los regalos que encabezasen mi carta a los Reyes Magos (también llamado AdSense, antes papá y mamá), preferÃa dar vida al PentiumII con juegos como Tomb Raider o Los Sims, era una época donde la piraterÃa consistÃa en caras grabaciones de CDs en casa de amigos, asà que disfrutaba con éstas cosas.
Pero siempre miraba con el rabillo del ojo a los juegos de mesa, por casa han pasado varios: Trivial, Scattergories, Pictionary Junior y alguno más.  Pero sólo en una ocasión quise que me regalaran un juego determinado: el Cluedo. Un juego que jamás llegué a entender.
Tal vez fuese porque nunca supe jugar bien, lo más seguro, pero a mi entender consistÃa en descubrir quién habÃa matado al hombre por pura eliminación. La puntuación de los dados te decÃa hasta dónde moverte y asà dirigirte hasta algún sitio o hablar con alguien y soltar: «Yo creo que fue el Profesor Mora con la cuerda en el salón», mover todo al salón y esperar a que uno de los otros jugadores saque alguna carta que invalide la suposición demostrando que era erróneo. Y asà hasta dar con el lugar, el arma y el personaje de las cartas que están en la mesa por pura eliminación. nada de investigar un crimen. Todos son sospechosos y a todos hay que situar en la zona del crimen para acusarlos colocando tú las pruebas y esperar a que alguien los salve. Ahora imagina a Grissom en un escenario: «Todos son sospechosos de haberle matado, incluso yo, y si somos seis mil millones y pico de humanos… vamos a echar muchas tardes aquÃ. Prepara café, Catherine, y llama a la que revisa el ADN en Miami que está mejor que tú».
Al Risk sólo jugué una vez, y me pareció absurdo y mortal. Era en plan americanada: en el garage de un amigo, con pizza y Fantas. HabÃamos pasado unas dos o tres horas jugando a Party & Co., que es realmente divertido.
Por lo que entendà tenÃa que tirar los dados para saber qué tropas puedo mover, en qué cantidad y hasta dónde, de forma que la estrategia que yo suponÃa en el juego se deja al puro azar. PerdÃ. No me enteré de prácticamente nada, sólo de que perdÃ. PodÃa suceder que nuestro amigo nos estuviese tangando a todos (pues sólo él sabÃa jugar) o que, de veras, el sistema de juego fuese tan simple. Me decepcionó, era como jugar al Warhammer pero sin reglas, enanos, ni pintura.
Visto en:Â Al fondo del armario, todos sabemos que se sacan cuando vienen visitas, y justo.