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Pensando en alto

El difícil equilibrio entre pasión y razón

El Universo se regula gracias a tres factores, uno de ellos es absurdamente ninguneado por Stephen Hawking y los de su calaña: los conocidos son la pasión y la razón, el tercero, mis rizos.
Los dos primeros son como piedras redondeadas en medio de un jardín zen, mis bucles tienen la función de rastrillo, que marca los surcos al rededor de estas piedras.

Todo esto se estudia en primero de Bachillerato si no me falla la memoria, cosa poco probable dada mi superioridad demostrada. Los griegos ya se comían el tarro con esto entre guerra y guerra (o entre penetración anal consentida y penetración anal no consentida con menores). Concluían muy alegremente que lo mejor era encontrar un equilibrio entre las mencionadas pasiones y la razón. Y es normal, cuando una supera a la otra el mundo de cada uno empieza a fallar.

Como ejemplo: la razón se encarga de que llame a Carrefour para preguntar si sabían algo de la reserva que tenía hecha de una PS3 con dos mandos (es el único sitio donde tenían ese pack y me hacían descuento), la pasión se encarga de mandarlos a tomar por el culo cuando te dicen que no tienen nada, que han perdido mis datos y que el único pack que tendrán será el de las Olimpiadas de Pekín dentro de dos semanas.
La pasión continúa y viendo que estás solito en casa, que tienes dinero y tiempo, ¿por qué  noacercarte al Corte Inglés y decir quiero eso y lo quiero ya? Aquí la razón falla y hace un leve acto de presencia para decir: hey, al menos, vístete. Así que te pones la camiseta de Reservoir Dogs que le compraste a Alexliam, tus vaqueros, las deportivas y adviertes que tu barba puede relacionarte con los extremistas musulmanes, por suerte, ahí están los rizos perfectos para salvar tu belleza perezosa. Unos cientos de euros después ya tienes tu consola montada y un par de juegos molones cuyos nombres están formados por siglas y el mismo número. La razón resurge y se contenta con que no te gastes un céntimo más en bastante tiempo, por lo que se da por concluida la temporada de tarjeta fácil… aunque estando de rebajas…

Otro ejemplo por si no acabáis de ver cuán necesario es este equilibrio trilateral. Si una camarera te sonríe y te dice (o hace) alguna que otra cosa lo primero que se te pasa por la cabeza es saltar la barra y jbdsfejbwfjcbilebfjab. Pero la razón está ahí, cohibiéndote porque sabe que eso no sería lo mejor que podrías hacer, de hecho, eso sería cagarla. Mejor dejar un día de por medio y volver al siguiente para simular una falsa tranquilidad. Vamos, la estrategia contra la fuerza bruta.
Si echáis en falta a mi magníficamente cuidada y por vosotros adorada cabellera, es fácil, ¿quién desencadenó esto, fue la pasión de la camarera? Esa pasión que su razón controla con forma de espumosos corazoncitos fue instigada por mis rizos, damas y caballeros.

Es fácil estar desconcertado frente a tanta sabiduría -pero qué morro le echo, ¿no?- que todo queda muy cojo si eliminamos el tercer pie de apoyo de la teoría desde el origen del mundo hasta que mis rizos hicieron acto de presencia. Tranquilos, no preguntéis, yo no estaba allí.

Además, si no fuese así el mundo seguiría apestando, porque es cierto que este mundo apesta, pero no conozco uno mejor.

Visto en: H&S Citrus Fresh, de nada.

15 respuestas a «El difícil equilibrio entre pasión y razón»

Dejate de filosofia, griegos y penetraciones anales, queremos noticias de la camarera y las queremos ahora. bueno, si tienen que ver con la camarera no te dejes las penetraciones.

Qué envidia, la PS3, yo tendré que esperar. :(
PS. Dime qué te metes, porque tiene que ser la oxtia :P
PS2. La maruja que llevo dentro también quiere saber qué pasó con la camarera (esto ya empieza a parecer una telenovela con el famoso «continuará…»
 
 
 
 
 

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