Yo mucho, seguro. Tiene una explicación muy sencilla: por un lado que navego a tiro fijo y, por otro, que nosotros ya no creamos webs, creamos servicios. Y, bueno, llega a molestarme bastante. La gente ya no se apasiona igual, supongo. Todos somos unos dejados.
En mi caso, en casa, la única opción que he escogido para mantenerme al dÃa de más o menos todo se limita a internet. Sin televisión y sin radio o periódicos. Quiero decir, paso mucho tiempo en este medio (que, al mismo tiempo, me permite pagar mis facturillas de chico grande) y echo tremendamente en falta la sorpresa. Mucho. El hecho de que antes abrieras un navegador y tuvieses una página de inicio como Google que te obligase a buscar algo facilitaba que terminases en garitos pixelados de lo más divertidos (o tristes, que podÃa ser incluso mejor). La visión general de las ocho webs más consultadas está bien para acceder a los cuatro sitios de siempre y, al mismo tiempo, bloquea esa radicalización del deseo de encontrar algo mejor, algo que no esté en tu zona segura de navegación.
Hablo por mà (naturalmente) y digo que la última vez que encontré una página cuyo contenido me interesase de verdad, de pasar horas en ella y esperar con ganas las siguientes actualizaciones coincide con la última vez que notaba aquello de las mariposas en el estómago y contaba los minutos que habÃan pasado desde el último beep del móvil. Hay algo muy jodido en mi cabeza.
La ruptura de la comunidad ha sido, también, clave en este asunto. Pues aunque somos las mismas personas y tenemos la opción de hablarnos de cualquier pijada como en aquél no tan lejano en el tiempo antaño, la comunicación hace tiempo que no la centramos en nada y, bueno, tampoco compartimos nuestros pobres descubrimientos más allá de aplicaciones para móviles de moda durante una semana o tumblrs infinitos sobre temas ya masticados y saboreados hasta dejarlos lÃquidos e insÃpidos.
Las mariposas y el beep mataron el dospuntocerismo.
Visto en: Un sábado a la noche.
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