Soy el peor devorador de granadas del mundo. Pero me encantan y es temporada. En casa tenemos un granado (el compositor no, su bisnieto mago que conozco en persona y que durante un tiempo vivió en mi cuarto tampoco) y, cosas de la naturaleza, ha dado granadas. Deliciosas. Excepto dos, que eran las más bonitas por fuera. Una bella metáfora de la vida, ¿no? La tÃpica guapa de postÃn que resulta estar podrida por dentro, ¿no? Rodeada de otras muchas chicas del montón pero que guardan un interior asombroso, ¿no? Ya sé que a nadie le gusta esta coletilla, ¿no?
Es un fruto espectacular. Maravilloso. La granada es la quintaesencia del packaging en la naturaleza. Es el puto no va más del mundo del empaquetado. El hecho de tener una hermana [que me quiere] diseñadora es que te hace estudiar este tipo de materias (que de lejos son gilipolleces pero desde dentro asustan al más Norris de nosotros). ¿Hay algo en el mundo que venga mejor envuelto que los granos de una granada? Suena a pregunta chorra de monólogo del Club de la «Comedia». Pero lo cuestiono sinceramente, el recubrimiento, la protección y el envase de su manjar es una joya al alcance de pocas frutas y mucho menos, empresas. Una plátano, por ejemplo, la piel del plátano lo protege pero se reblandece con facilidad y el extremo que separa la pieza del tallo es particularmente blando. No se puede comparar. Aparte, la forma del árbol y, por supuesto, las flores, son estéticamente más llamativos en el caso del granado.
La granada es una fruta inteligente. Extremadamente inteligente. Intenta esparcir sus semillas para que sobreviva la especie (más granados) y vamos que lo consigue. He comenzado diciendo que soy una pésima persona comiendo granadas. «Una pésima» no, la peor. Las semillas de las granadas, los granos, en mi caso, menos en un plato o en mi aparato digestivo terminan en todas partes, ¡el sistema funciona a la perfección! Es cierto que aún no he visto a absolutamente nadie capaz de comer todos los granos de una pieza de estas frutas (alguno siempre se va de excursión). Mi caso es más alarmante. Quiero decir, si dejamos a un invidente enfermo de Parkinson haciendo equilibrios encima de una pelota grande de goma cortando el pelo a un Terrier os aseguro que ese perro tendrás más posibilidades de ganar un concurso de belleza canina que yo de comerme más de la mitad de los granos de una granada. Y, lo mejor, aunque sólo tuviera una tijera de jardÃn de infancia que apenas corta papel de escaso gramaje, tardarÃa menos que yo con mi tarea, a la que puedo dedicar, fácilmente, veinte minutos, como un señor (un señor inútil, pero un señor). Hay a quien esto le da pena (no yo, dan por hecho que no hay solución si dejamos de lado el encierro psiquiátrico, lo de desperdiciar esos granos) y me mira con odio. «¡Estás malgastando recursos naturales!». No va a acabar muy bien este post pero ese tema del aprovechamiento me la sopla. A mà me gustan las granadas, con lo que ello conlleva para el fruto y las manchas del suelo.
Visto en: Wikipedia, que yo ni idea de cuál era el nombre cientÃfico de la frambuesa. Ah, ni del granado.
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