Cuenta un libro que, cierto dÃa, una muchachita apellidaba Amundsen recogió del buzón de su casa una carta al volver del instituto. Esa carta, sin remite ni ninguna seña pero dirigida a ésta chica, se limitaba a decir: «¿Quién eres?» Y si no recuerdo mal, tres «misi, misi, misi» haciendo referencia a su mascota felina después, la estudiante empieza a pensar: «¿Si no me llamase asÃ, si tuviese otro nombre, mi vida hubiese sido igual?», y, la clave del post de esta noche, «¿si dejo de ser?». Pues llevo con esa última pregunta en la cabeza un año como poco.
Esta introducción tan filosófica sirve para exponer qué pasarÃa con éste blog si yo, de repente, muero. (Permitidme un apunte, y es que no entiendo la diferencia entre morir y morirse, asà como está claro en otros verbos: «yo salto la verja» y «yo me salto las normas», o con correr, «yo corro» y «yo me […]», claro que no soy lingüista pero, ¿es que hay alguna diferencia entre «muero» y «me muero»? porque no la veo, si alguien sabe algo que comente.) Volviendo al tema, que me pierdo, en mi escapada me crucé con un escritor que dijo llamarse Robert Graysmith mientras caminaba por los prados guipuzcoanos -que ni he pisado la playa- y se paró a hacerme unas preguntas embarazosas. Resulta que tras charlar con este hombre me dà cuenta de que el blog podÃa quedarse asÃ, en stand-by, durante dÃas, semanas, y yo, mientras, de vacaciones tan ricamente viviendo del AdSense -mentira, si no mendigo no dais nada, lo tengo comprobado-. O si, finalmente, muero.
No tendrÃa mucha gracia si desaparezco poco a poco, pues estarÃa allanando el terreno y después cualquier avispado pensará: «bueno, se ha cansado de esto y por fin ha aceptado su condición de humano como un Javi Moya cualquiera». La miga está en hacer una entrada diaria cada noche o incluso dos y luego chapar el chiringuito de un portazo, pero sin hacer ruido al cerrar.
Vamos, desaparecer del mapa.
No contestar correos, no dejarme ver por sistemas de mensajerÃa instantánea, no responder SMSs, en definitiva, morir. Ahora mismo, justo en este momento de la madrugada tengo claro que si lo descrito tres frases más atrás ocurriese serÃa porque de verdad me ha pasado algo. No tengo intención de dejaros colgados, no ahora que parece que estoy remontando en número de lectores y calidad de los posts -ya me tiro yo las flores, sÃ-. Y para solventar esto voy a confiar a alguien la fórmula secreta, el password de la muerte o como lo queráis llamar para saber cómo entrar en mi WordPress para que pueda escribir una entrada diciendo: «Por fin, caen 100 rayos por segundo y por fin uno le ha alcanzado», o algo por el estilo, «Se ha encontrado su cuerpo flotando en el Pisuerga»…
Ah, se me olvidaba, para salir de dudas, no resulté ser Arthur Leigh Allen, asà que se fue por donde habÃa venido mientras me quedaba mirando pasar el Topo.
Visto en: Seguro que alguien ya lo ha pillado.
Actualización: Nada más pulsar «Publicar» me ha venido un flashback a la cabeza con una entrada escrita por Hugo sobre el mismo tema, hurgando en su archivo he dado con ella, se trata de la misma idea pero con más seriedad y dos años de diferencia, asà que ya estoy viendo que me va a canear pensando que soy un plagiador, pero por no retirar el post, prefiero darle crédito a lo que escribió y dejar lo mÃo en el aire.
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