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Música Pensando en alto

Un público tremendamente soso

Una de las cosas que aprendí trabajando en CitiBank como comercial es que hay una lista de ciudades que tienen unos hábitos fijos que incluso se heredan generacionalmente: coches de una marca determinada, la cartilla de ahorros en una caja determinada, las mismas tiendas etc. Y así se constataba que si un producto nuevo (como podía ser una tarjeta de crédito) triunfaba en esas ciudades críticas tendría muchas papeletas para venderse bien en el resto de municipios. Pues al menos el verano del año pasado esa lista la encabezaba Valladolid. Y no puedo negar que sea así, casi todas las tarjetas que hice fueron a personas (generalmente chicas de entre 18 y 30 años y chicos de entre 25 y 30) que vivían por su cuenta o con su pareja: fuera de la casa de sus padres con su empleo y su vida hecha «a su manera» y de forma completamente independiente del resto y también a extranjeros. En algunos casos los jóvenes vivían incluso fuera de la ciudad y cuando comenté en algún momento que Valladolid era un punto clave por este motivo no parecían nada sorprendidos. A mí me llamó la atención cuando vine a vivir aquí, se dice que  sus habitantes son (aquí no me incluyo) secos y bordes y aunque como en todas partes hay de todo, no creo que sea así, simplemente que es una forma de llevarlo diferente a la de otras partes de España, sobre todo si lo comparamos con el Sur. Y además el flujo de gente nueva está haciendo cambiar la mentalidad a toda la ciudad y eso se nota para bien. Aún así su vergüenza ajena aflora a lo más mínimo. Un amigo suele repetirme cosas como: tío, que te pueden estar mirando vana pensar que eres gilipollas mientras hago alguna estupidez (como ir por la calle con un gorro de leprechaun en San Patricio). A mí sólo se me ocurre deicr: pues que piensen porque miedo a hacer el idiota no tengo y la vergüenza la perdí en una timba de poker. Pero claro, te corta el rollo.

Y quedan más rescollos por ahí, como por ejemplo el teatro. Cuando se habla de teatro en Pucela se habla del Teatro Calderón. ¿Es el único teatro? No, pero sí el más importante. Es como decir «campo de fútbol en Barcelona» y no referirse al Camp Nou.

Hoy he estado acompañando a mi padre, que tenía un par de entradas y yo tenía la tarde libre, a ver Hoy no me puedo levantar. Me ha encantado, pese a mi escepticismo. Imaginaba que sería mucho peor, que apenas habría historia y las canciones las habrían triturado para encajarlas con calzador. Pero nada de eso, es un lujo de espectáculo, un montaje que se ve a la legua la millonada que mueve y toda la gente que ha metido mano. Por suerte mi padre es muy aficionado al teatro así que pudo explicarme bastantes cosas, yo he ido alguna vez con él, cuando mi madre no podía, por ejemplo, y sin duda hoy ha sido cuando más he disfrutado. Y eso que he visto cosas muy buenas allí.

Como decía el musical de Mecano es una joya de tres horas más el descanso que merece que lo vean incluso los que no disfrutan con su música, que algún rarito habrá, porque muestra una constante viñeta al lado más cierto, oscuro y veraz de la sobrevalorada movida. Sin olvidar al personaje cómico.

Quien más quien menos todos conocemos la letra de alguna de sus canciones y esto invita a que cuando ellos cantan tú quieras cantar, como si de un concierto con bailarinas de 7-8.5 en lo que a cuerpo y belleza se refiere (había un 9, las cosas como son, pero vamos, que yo firmaba por estar con el 7 ahora mismo) se tratara y por eso se pide en varias ocasiones el acompañamiento del público. Y hay quien responde y quien no. Es normal que la audiencia cotorra y carcamal que suele tener ese teatro diese paso hoy a gente que no llegó a disfrutar con las coplas y las zarzuelas pero sí con el grupo madrileño: mucha gente joven, mucha niña mona (pero…); y el cambio se notó, más alegría, más aplausos y en la primera fila, a metro y medio del escenario una única persona de pie que bailaba cuando la ocasión lo merecía. Si digo que esa persona tenía 10 años y parecía que había tomado dos anfetaminas antes de entrar os podéis imaginar el resto del percal. Ni mu. Eso hacía que yo me cohibiese también, si veo que la gente no hace nada paso de ser el único panoli que se pone de pie aunque sea a aplaudir.

Cuando terminó (o eso pensamos) la gente aplaudió lo normal mientras alguien se atrevía a pedir otra, otra. En el escenario se apresuraron a sacar el bis que tenían preparado: un popurrí de canciones bastante majo con una coreografía de grupo y cuando finalizaron salieron los actores a recibir el aplauso. Se baja el telón… y ya. Cada uno a su casa, esto ha sido todo y deprisita que perdemos el bus. Es como si estuviesen esperando a que lo bajasen para marcharse. Yo seguí aplaudiendo (aquí momento locaza) con todos mis cojones a la oreja de una mujer oronda que tenía sentada en frente para intentar molestarla y que aplaudiera otra vez en un vano intento de que volviesen a salir a saludar. Y me quedé sólo. Una palmadita en el hombro por parte de mi padre, una mirada que dice: déjalo y mis ganas de volverlos a ver en el fondo del pozo.

Lo que me fastidia es que aunque un gesto así por parte del público puede indicar que no les ha gustado no significa eso, simplemente que no están acostumbrados a conceder más y que por tanto no van a hacer una excepción con ellos. «Que sí, muy bonito, la música muy bien, todos muy contentos, a todos nos ha parecido muy buen espectáculo pero ya ha acabdo y nos tenemos que ir». La verdad es que sólo pude pensar: qué público más jodidamente soso, la hostia.

Visto en: Calderón.

13 respuestas a «Un público tremendamente soso»

Coincido con glucko y auster…. De todas formas yo que soy del Sur no comprendo ese tipo de cosas. Cuando fui a ver Raphael, en el teatro más importante de Málaga, todo el mundo se ponía de pie con las canciones, aplaudía, gritaba, cantaba, bailaba, lloraba…

Aquí parece que todo lo vivimos más, aunque sea por fuera. Que sosos sois en Valladolid, Dios.

En Pamplona cantan «todos queremos más» en vez de pedir otra, otra y eso se me hace raro no verlo en otros sitios (en concreto, tiendo a cantarlo sola por que no me sale gritar «otra, otra») pero para el resto creo que es más un término medio.

Me ha encatado, pese a mi excepticismo.

Dos patadas al diccionario en una frase tío :P

A mí también me fastidia el público «amuermao», recuerdo un concierto de Saratoga (que se supone que era movidito, todos de pie y tal) en el que el grupo se fue de mala hostia porque nadie saltaba ni nada. La verdad es que es frustrante.

Qué daría yo por estás en un concierto donde el público se mueva.

Geko creo que fueron sosos porque al ser de Valladolid no conocían la movida madrileña. (ja ja ja)

Aeris creo que dentro de poco volverá a Madrid.

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